Con la tendencia de publicar mangas cortos, últimamente Ivrea no para de anunciar licencias, y esta semana ha tenido a bien anunciar dos más que engrosarán su catálogo a partir de mayo. Se trata de Black Bullet, de Hon Morino basado en la novela de Shiden Kanzaki y de Oreimo, ilustrado por Sakura Ikeda basado en las novelas de Tsukasa Fushimi. Ambas series constan de cuatro tomos, costarán 8 € con formato B6 y la primera será mensual mientras que la segunda bimestral.
Según la editorial, el argumento de Black Bullet es el siguiente: En un futuro cercano la humanidad ha sido derrotada por los parásitos virales llamados Gastrea. Aterrorizados y viviendo en una absoluta desesperación durante más de diez años, los humanos se atrincheran en un territorio muy reducido tras una serie de monolitos de varanio –el único metal capaz de contener a los Gastrea– y gracias a la protección de la Compañía de Seguridad Civil, cuyo objetivo no es otro que luchar contra los Gastrea.
Pronto, los niños que nacieron con el virus Gastrea y que consiguieron habilidades superhumanas provocadas por el mismo, son descubiertos y llamados «Niños Malditos», aunque el virus sólo afecta a las chicas. Éstas, sin embargo, son formadas por la Compañía para liderar los equipos de lucha contra los Gastrea. Rentaro Satomi, un chico que vive en las proximidades de Tokyo y que forma parte de la Compañía de Seguridad Civil, se encarga de llevar a cabo un mano a mano con la Initiator Enju Aihara y bajo la protección y la dirección de Kisara Tendo, algunas de las tareas más peligrosas de la misma, las cuales les son encargadas por el Gobierno. Luchan usando sus peculiares poderes hasta que un día reciben una tarea especial por parte del Gobierno. Y esta misión secreta no es otra que conseguir evitar la destrucción de Tokyo tras la invasión de la ciudad por parte de los Gastrea.

Sin embargo, un día Kyosuke encuentra la caja de un DVD de un inocente anime de chicas mágicas… ¡¡pero al abrirlo lo que se encuentra dentro no es el disco de una historia de niñas monas que hacen truquitos de magia… sino el de un eroge (o videojuego erótico) llamado «Amor con mi hermanita»!! Tras llevar a cabo dicho hallazgo, las dudas asaltan a Kyosuke: ¿de quién será dicho videojuego? Pero Kyosuke encuentra la respuesta a tal pregunta más rápidamente de lo que cabría esperar: al entrar en su habitación, se encuentra a su hermanita buscando «algo» dentro de la misma y, tras un breve interrogatorio, Kirino acaba por confesar que es una otaku totalmente apasionada por las chicas moe y los videojuegos.
A partir de aquí, y para evitar que el resto de la sociedad se entere de su peculiar hobby –especialmente su estricto padre chapado a la antigua–, Kirino le pide a Kyosuke que le dé consejos para conciliar su vida personal con su «pequeño secretito», lo que él acepta para, a su vez, intentar reconstruir su relación fraternal compartiendo los gustos de su hermanita, llegando incluso a acompañarla a un club otaku, donde conocerán a más gente con sus mismos gustos.