Reseña de Susurros del corazón

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Casi la totalidad de las películas creadas por el estudio Ghibli destacan por la fantasía, la magia y el folclore de mundos nuevos o de épocas antiguas, recurriendo además a la aventura como puente para descubrir esos únicos y maravillosos universos. Pero de la película que os vengo a hablar hoy no hay ni fantasía ni aventura ni lugares increíbles, y aun así puede transmitirnos esa magia que hizo famoso a este estudio, y ese film es Susurros del corazón.

Con el guión y los storyboards de Hayao Miyazaki y la dirección del fallecido Yoshifumi Kondo, Susurros del corazón, estrenada en 1995, nos cuenta la historia de Shizuku Tsukishima, una joven estudiante que debido a su afición por la literatura empieza a tener curiosidad por Seiji Amasawa, un nombre que aparece repetidamente en las fichas de los libros que va recogiendo en la biblioteca. Gracias a un misterioso gato estos dos jóvenes consiguen conocerse, y poco tiempo después comenzarán algo más que una bonita amistad. Mientras tanto, el primer amor, la familia, la superación personal y los sueños serán el motor de esta fantástica y hermosa historia.

De entre las muchas cosas que quiero destacar de esta obra, la que más me sorprendió sin duda alguna fue la facilidad con la que nos consigue transportar al Japón actual, con una ambientación perfecta, con unas escenas formidables que consiguen captar la belleza de cada pequeño recoveco de los alrededores de la estación de tren de Seiseki-Sakuragoaka (ubicación real utilizada para el desarrollo de esta película) y con un sonido y unos personajes muy realistas que te harán pensar desde un primer momento que estás respirando el aire Tokiota.

Tratado con una gran brillantez y de una forma muy realista, el tema principal de esta historia radica en lo que una persona debe hacer, si cumplir las expectativas de la sociedad o por el contrario intentar cumplir tus sueños con todos los riesgos que eso conlleva. Es en esto en lo que se diferencian nuestros dos protagonistas, y es que mientras que Seiji tiene claro que luchará por sus sueños sin importar el resultado, Shizuku sin embargo se atormentará a lo largo de toda la historia por no saber que escoger, aunque gracias al resto de personajes irá poco a poco encontrando la respuesta.

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En menos de dos horas consiguen crear a unos personajes tanto principales como secundarios perfectamente desarrollados, que parecerá que los conoces desde hace mucho tiempo gracias a lo bien escritos que están. Lo único quizás achacable sea la excesiva madurez que tienen los dos protagonistas al tratar ciertos temas, un tanto impropia.

El romance que se va formando entre Seiji y Shizuku en ningún momento recae en las clásicas pasteladas o en el melodrama barato –tampoco es un romance ridículo e irreal entre chicos de secundaria con un montón de clichés tan abundantes en cientos y cientos de obras de animación japonesa– sino, lo que se muestra en esta película es un romance puro e inocente entre dos jóvenes, que ante la dificultad de poder estar juntos lucharán con el objetivo de alcanzar sus sueños para que en un futuro puedan volver a encontrarse sabiendo que han dado todo lo posible de ellos mismos.

La película tiene un desarrollo lento, pero lejos de ser un punto negativo es una de las grandes virtudes que tiene esta historia: gracias a esa calma en el desarrollo la obra nos va mostrando suave y tranquilamente los pequeños detalles que hacen que los protagonistas sean más humanos, sin caer nunca en lo tedioso.

Una de las características del clásico Studio Ghibli es la fantástica animación que rezuman todas y cada una de las películas del estudio, y Susurros del corazón no iba a ser menos. El nivel de detalle de los fondos tanto interiores como exteriores es impresionante, y los escenarios de la ciudad son fascinantes. Los movimientos de las personas, animales y objetos son muy fluidos y la paleta de colores muy bien elegida. De hecho, esta fue la primera del estudio en utilizar técnicas de ordenador, aunque en ningún momento fue para retocar la imagen, si no para poder introducir muchos elementos con un movimiento independiente, ya que no se podría realizar con el dibujo tradicional.

La música que acompaña a la imagen durante toda la película lo hace de una forma perfectamente armoniosa, pero entre todas las melodías destaca el tema principal de la película, una adaptación por parte de Mamiko Suzuki, hija del presidente de Ghibli, de la famosa composición Take Me Home, Country Roads de John Denver. Además, esta canción protagoniza una de las escenas más destacables de la película, con una improvisación preciosa de la misma entre los dos protagonistas y un trío de ancianos de lo más adorable.

La licencia de la película en España la realizó Aurum Producciones, ahora llamada eOne films, en el año 2009 con un doblaje al español más que correcto. Actualmente la película está disponible tanto en DVD como en Blu-ray Disc.