Reseña de Recuerdos del ayer

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Antes de hablar de cualquier cosa relacionada con Ghibli en general nos damos cuenta de que la fama precede al Studio Ghibli ante todo. Eso está claro. Éste hace muchas cosas bien y ha generado grandes joyas de la animación, pero no todo lo que producen es realmente tan bueno como muchos creen. En mi humilde opinión, Recuerdos del ayer es de hecho una de estas películas que caen en la segunda categoría pese a todo su éxito de taquilla. Puede que porque la temática fuera muy adulta, quizás porque el tema no me resultaba lo suficientemente atractivo o quién sabe el motivo, pero no logré disfrutar del film. Esta película, la segunda dirigida por Isao Takahata (su primera fue la aclamada La Tumba de las Luciérnagas) se basa en el manga de mismo nombre creado por Hotaru Okamoto y Yuko Tone. El manga es de carácter costumbrista, y ciertamente podemos esperar lo mismo de su versión animada a cargo de las manos de Ghibli.

La película nos muestra una película que gira sobre Taeko Okaijima, la protagonista, la cual se nos presenta como una soltera de 27 años que ha vivido toda su vida en Tokio y trabaja en una compañía en la ciudad japonesa. Esta circunstancia, la de no estar casada, no es muy rara en la sociedad nipona de 1982, pero la gente mayor que se nos muestra aún está chapada a la antigua y no termina de ver con muy buenos ojos esa soltería. Ella, ignorando todas las súplicas de su madre, vive su vida tranquilamente y decide que durante sus vacaciones volverá a ir a la casa del hermano mayor de su cuñado, situada en Yamagata, para trabajar en el campo; de hecho, esta es una actividad que le apasiona pues no está acostumbrada a la vida agraria lo cual ya es un aliciente, el cual, sumado al hecho que de pequeña siempre pasaba el verano en su ciudad mientras sus amigos se iban a visitar a la familia que tenían en otros puntos del país ya lo hace un plan más que atrayente para la chica. La cosa es que mientras está en el tren de camino, comienza a volver a verse con 10 años en 1966, y desde entonces no parará en toda la película de tener recuerdos de su infancia los cuales se interpondrán con su presente para hacerla reflexionar y preguntarse si realmente todo está yendo bien en su vida.

recuerdos1Quizá pueda resultar un argumento preparado para ser bien llevado y dar un film calido y tierno, pero la impresión que me ha quedado de la película es más bien negativa. Soporífera hasta la extenuación, muy pesada en todos sus momentos. Aunque eso sí, debo aplaudir los aspectos técnicos del filme: la banda sonora de Katsu Hoshi es perfecta, todos los temas están bien anexionados a la obra y refuerzan su guión. Y si la música es de diez, la animación no se queda muy rezagada, parece mentira que esta película sea de 1991, mostrando una fluidez que ya muchos animes quisieran a día de hoy. Lo que también hay que mencionar de manera importante es el dibujo encargado de representar esos saltos temporales del guión, con un contraste presente-pasado muy bien logrado, con el presente realizado más bien con colores fuertes y vivos, mientras que en el pretérito usan más bien tonos blancos, apagados pero no muy fríos, que difuminan los marcos de la escena y saben guiarnos bien en las distintas secuencias.

La ambientación en ese sentido también está muy bien conseguida, con suficientes datos en forma de detalles para que sepamos en que época estamos. 1966 por ejemplo fue el año en que los Beatles visitaron Japón, un tiempo en el que una piña era un fruto exótico y más bien lujoso por ser una rareza. Es la década de los cambios, de la guerra del Vietnam, donde las adolescentes empiezan a llevar faldas cortas, hay televisión en blanco y negro y el padre aún es la figura más importante y autoritaria de la familia. A través de los recuerdos podemos identificar situaciones muy conocidas para muchos de nosotros que nos pueden hacer esbozar una sonrisa entre una locución de escenas que no consiguen despertarnos del tedio. Estamos frente en un slice-of-life puro y duro, sí, pero hecho mal.

A pesar de ello, y como no podía ser de otra manera al estar bajo el sello de quien está, nos encontramos con multitud de mensajes, algunos metidos dentro de las dudas laborales y amorosas que Taeko debe afrontar, pero también nos cuelan otros mensajes más de ámbito ecologista y de amor hacia la naturaleza (el hombre y su simbiosis con la naturaleza, el problema generacional del campo, el cultivo y usos del alazor, son alguno de los puntos que trata la película).

Quizá os sorprenda que haya dedicado unos cuantos párrafos a elogiar la obra de Takahata a pesar de decir desde un principio lo poco que me ha gustado, pero es bien fácil de comprender, y es que un apartado técnico no puede, por muy notable que sea, mejorar la historia en sí. Y más si esta presenta unos sintomas tan graves como una excesiva lentitud o el abuso indiscriminado de ciertas escenas para reforzar según qué cosas. Y todo esto sumando a que la idea de la que parte todo no me ha llegado a enganchar como esperaba.

Recuerdos del ayer es una película que pasa un tanto inadvertida dentro de la factoría Ghibli, pero motivos no le faltan.