Reseña de Outlanders

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A finales del siglo pasado, Planeta publicó dos obras de Johji Manabe presentando al autor como uno de los que más darían que hablar desde ese momento. Uno de los mangas fue Drakuun, quedando inconcluso, y el otro Outlanders, por fortuna editado completo. A pesar del éxito que le precedía en Japón y Estados Unidos, en español no se volvió a saber más del artista.

Manabe está especializado en el género de la ciencia ficción espacial, mostrando muchas de sus obras características similares: batallas espaciales, violencia, ligeros toques de gore, muchísima acción y féminas buenorras animorfas. Y en el caso de Outlanders, se cumplen todos estos puntos. La historia comienza presentando a Tatsuya Wakatsuki, un fotógrafo bastante gañán cuya rutina se ve interrumpida un día con una invasión extraterreste, de la que por fortuna sale casi ileso, pues de su cabeza no se puede sacar a una alienígena con cuernos que casi le mata. Esta chica resulta ser la princesa Kalm del imperio de Saintovasku al principio, Saint Evasculeser después según Planeta, que baja a la Tierra con la intención de recuperar el planeta sagrado de su especie, y es que quizá sean los terrestres los invasores… Éste es el punto de partida de la historia, y apenas nada de la epopeya que vendrá después, con viajes espaciales, apocalipsis y destrucción, mucho amor y más tías buenorras para todos los gustos. Según cuenta el autor en unos comentarios recogidos en el manga, lo que quería era crear una historia cuya emoción no decayese en ningún momento, y desde luego lo consigue, pues esta invasión no es nada comparado con todo lo narrado después, entre las intrigas por el poder de terrícolas y alienígenas con sorprendentes giros de guion y romanticismo.

Si se le pudiera achacar una pega a este manga, sería sin duda el edulcoramiento final que realiza el autor para hacer que todos sean felices y coman perdices, pues resta empaque a la épica conseguida en el desarrollo del manga. Por otro lado, el dibujo del mangaka es bastante irregular. De la misma manera que hace buenos fondos y magníficos diseños de las naves espaciales mostrados en espectaculares viñetas a toda página, flojea un poco en la anatomía, haciendo dudar a veces de si esos pies terriblemente mal dibujados se deben a la pereza o la incapacidad. En las últimas páginas mejora el asunto, pero estando lejos de lo que mostraba en Drakuun, obra posterior.

Outlanders gozó de cierto éxito en Japón, y aparte de varias reediciones del manga consiguió una adaptación animada en forma de OVA de menos de una hora de duración que, según cuenta en los comentarios recogidos en el manga, a Manabe le horrorizó.

Tras todo el tiempo pasado, la edición de Planeta, 14 tomos en biblioteca manga a 625 pesetas cada número, se encuentra más que descatalogada, pero sigue siendo uno de los mejores mangas del género traducidos al español y merece la pena echarle un vistazo si se tiene ocasión.