Primeras impresiones de Aristocracia campesina

01272000101_gCuando la catalana Norma anunció la licencia de Aristocracia campesina en el pasado Salón del Manga de Barcelona me encontré con un cruce de emociones dispar. Por un lado tenía claro que iba a seguir la serie al día. Me encantó Fullmetal Alchemist y a día de hoy me está encantando Silver Spoon. Pero por el otro lado sentía que la serie sería completamente una obra menor. No iba a ser tan espectacular como las antes mencionadas, pero esperaba al menos un cierto entretenimiento divertidillo que Arakawa supiese llevar entre algunos azotes de aburrimiento.

¡Cuan equivocado estaba! Me ha sorprendido gratamente el hecho de que este primer tomo ha conseguido arrancarme un buen puñado de carcajadas, jugando con un humor y un tipo de personaje que recuerda, en cierta medida, a los vistos en Silver Spoon. Durante todo el tomo, a través de bromas y chistes de Arakawa, nos va contando su vida como agricultora, desde su infancia.

Pero ojo, porque aunque tiene ciertas similitudes en lo estrictamente técnico, Silver Spoon y esta Aristocracia campesina es un claro objetivo comercial: la primera está muy bien pensada como shonen, mostrando lo que queremos ver y lo que, digamos, hay que ver en una obra de este tipo. Es una obra pensada para triunfar, donde la autora saca todas sus armas creando otro pelotazo (quizá no igual que el vivido con FMA), mientras que en el segundo vemos un a historia que goza de total libertad en busca de una continua carcajada sin importar el medio hasta lograrlo.

Una de las cosas que más me han gustado es que está basado en la vida de la autora en la granja, y por tanto la cantidad de cosas curiosas que llegas a aprender, como hacer mantequilla a partir de leche comprada o que tipos de vacas se consumen en Japón, es elevada. Es un aprendizaje, sí, pero muy ameno.

La edición destaca por las pocas páginas que tiene (128), contra que queda solventado parcialmente con una gran cantidad de elocuente texto. También se puede señalar las páginas a color, cuatro al principio y cuatro en el medio, lo que justifica parcialmente el hecho de que cueste lo mismo que u tomo convencional (7,50 €). Al menos, al tener un ritmo de publicación muy bajo es un gasto que no duele tanto.