Masaaki Yuasa: animación y surrealismo

masaakiyuasa-destacada

Hoy en día tenemos la gran suerte de tener a nuestro alcance muchísima información sobre la industria de la animación; un privilegio que, a su vez, ha ayudado a aumentar nuestra percepción sobre algunos de los personajes que en ella se mueven. Seguro que muchos habéis leído u oído hablar de directores como Hayao Miyazaki, Hideaki Anno o Shinichiro Watanabe, e incluso de actores de voz como Tomokazu Sugita o Megumi Hayashibara. Últimamente se empieza a prestar atención también a guionistas como Gen Urobuchi, que está en boca de todos, demostrando así que cada vez sabemos más sobre la gente que da forma a una serie de animación. Y sin embargo, los animadores, la mano de obra que hace posible esta gesta, siguen un poco a la sombra a pesar de su trabajo.

Sí, es cierto, algunos de los animadores más relevantes como Yoh Yoshinari o Koji Morimoto tienen cierta fama entre los aficionados más curiosos, pero todavía quedan otros muchos que siguen trabajando sin que les demos más que un poco de reconocimiento. Y aún entre estos, hay uno en especial que ha sido menospreciado injustamente. Hasta hoy. Hoy nos gustaría hablar sobre Masaaki Yuasa, un director y animador que lleva cerca de 30 años realizando algunas de las escenas más fluidas, elásticas y dinámicas que hemos visto hasta el momento en la historia de la animación japonesa; si bien, debido a su estilo algo simplón e incluso infantil, ha recibido este déficit de atención que, como digo, se ha ganado de forma inmerecida. Pero mejor dejo de echarle flores y empiezo a contaros qué hace tan especial a este hombre.

Masaaki Yuasa nació en 1965 en la prefectura de Fukuoka y estudió en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Sangyo de Kyushu. Empezó trabajando como intercalador en algunas series como Alegre juventud (Hiatari Ryouko, 1987), Esper Mami (1987) o Kiteretsu (Kiteretsu Daihyakka, 1988), con las que no tardó en aprender cómo funcionaba realmente el mundo de la animación. Su primer proyecto de verdadero interés llegaría en 1990 con la adaptación de Chibi Maruko-chan, una serie de Nippon Animation para la que elaboró los vídeos de introducción y de cierre de la primera temporada, dejando ya entrever ese talento que pronto le haría tan famoso gracias a la fluidez que imprimía a los personajes. De hecho, su labor en las primeras películas de la franquicia fueron lo que empezó a llamar la atención de este hombre, especialmente con algunas escenas bastante famosas del film Chibi Maruko-chan: Watashi no Suki na Uta («Mi canción favorita»), estrenada en diciembre de 1992.

Fragmento del tema Kaimono Boogie de la película Chibi Maruko-chan: Watashi no Suki na Uta: fijaos en la fluidez de los movimientos y en los suaves cambios de perspectiva

Bien pensado, la verdad es que, desde el principio, el artista se mostró como un maestro de la dinámica y la perspectiva, que se atrevía con escenas originales y muy bien realizadas que poco tenían que envidiar, en calidad, a otras súper producciones de la época. Yuasa no tardaría en participar en otra serie de corte muy parecido pero muchísimo más famosa en occidente: hablo de Crayon Shin-chan, un título que aún a día de hoy sigue estando muy vinculado a nuestro protagonista gracias a sus películas, en las que sigue trabajando con cierta asiduidad. Muchos de los largometrajes del pequeño Shinnosuke Nohara han pasado por sus manos, y se nota. De hecho, es posible que sea esta relación con series de carácter infantil lo que ha generado esa falta de interés en su currículum. Pero también ha participado en otras producciones bastante más serias e incluso experimentales, como THE Hakkenden (1994) o el corto Noiseman Sound Insect (1997), en ambas como director de animación, demostrando así que es capaz de encargarse de distintos aspectos del proceso creativo.

Con el cambio de siglo le llegaron algunos proyectos bastante notables. A destacar quedan la película Mis vecinos los Yamada (1999), de Isao Takahata, y la surrealista Cat Soup (Nekojiru-so, 2003), de Tatsuo Sato. También participó en el episodio piloto de la serie Vampiyan Kids que, por cierto, dista bastante del colorido producto final con su diseño mucho más oscuro y retorcido. Otros títulos interesantes de mencionar son Medabots, Samurai Champloo o Kujiratori («La caza de la ballena»), uno de los cortos que se proyectan en el Studio Ghibli Museum de Mitaka; sin embargo, su relación con estos es bastante superficial y no suponen una representación importante en su portafolio. No sería hasta mediados de década cuando llegaría el film que cambiaría su posición en la industria y que le valdría su primer reconocimiento de cara al público internacional.

Tráiler de Mind Game, la película que le sacó del anonimato

La película en cuestión es Mind Game (2004), basada en el manga homónimo de Robin Nishi. Mind Game fue uno de los productos más sonados de Studio 4ºC y no hay duda de que su excelente dirección fue parte del motivo de que así fuera. A día de hoy, sigue siendo un título de culto entre los aficionados a la animación, y su estilo alocado y frenético encajó estupendamente con el carácter tan peculiar del estudio. Por tanto, no es de extrañar que poco después fuera seleccionado para dirigir uno de los cortos del proyecto Genius Party (2008), en el que se dieron cita varios de los directores y animadores más prestigiosos del momento.

Esta nueva tendencia por el surrealismo le llevó a firmar la extraña Kemonozume (2006), una serie corta de Madhouse en la que dio rienda suelta a su imaginación con una historia llena de humor, horror y erotismo. Vamos, un completo disparate. La cuestión es que este primer contacto con Madhouse le ayudó a forjar una buena relación con el estudio que en 2008 le llevaría a dirigir y guionizar una de sus series más personales y representativas: Kaiba. Los (pocos, supongo) que hayan visto Kaiba sabrán que se trata de un título muy especial, no solo por su historia y su fuerte componente filosófico, sino también por su estilo visual tan característico, que encarna perfectamente el tipo de animación que persigue nuestro artista. La serie ganó el Premio a la Excelencia en el Festival de las Artes de Japón de 2008 y es uno de los estandartes de la animación experimental en el país nipón.

Por supuesto, ésta no ha sido su última genialidad: apenas un par de años más tarde, Yuasa presentaba al mundo The Tatami Galaxy (Yojouhan Shinwa Taikei, 2010), una adaptación de la novela de Tomihiko Morimi que es todo un derroche expresivo y visual, y en la que no solo realza a los personajes sino también al entorno en el que se mueven. El anime (que por cierto tiene banda sonora de la siempre bienvenida Michiru Oshima) ganó a su vez el Gran Premio del Festival de las Artes de Japón, convirtiéndose en la primera producción de este tipo en conseguir el galardón. Desde entonces, el señor Yuasa ha realizado breves colaboraciones en algunos títulos como Michiko e Hatchin (2008), Welcome to the Space Show (Uchuu Show e Yokoso, 2010), Dandelion no Shoka (2011), Lupin III: Mine Fujiko to Iu Onna (2012) y, más recientemente, SpaceDandy (2014). Su último proyecto, del que seguramente habréis oído hablar, ha sido el corto Kick-Heart, muy en la línea de su Mind Game y con una animación tan fluida como surrealista. Kick-Heart ha sido patrocinado gracias al mecenazgo de los aficionados en Kickstarter y se ha ganado el respeto de todos aquellos que lo han visto en los distintos festivales por los que ha pasado, así que espero que pronto haya alguna distribuidora que lo edite en nuestro país (*cof*rainbow-entertainment-te-estoy-mirando-a-ti*cof*).

Tráiler de Kick-Heart, la última movida psicodélica en la que se ha metido

Y bueno, poco más hay que añadir. Actualmente se encuentra dirigiendo Ping-Pong: The Animation, la adaptación del manga de Taiyo Matsumoto que, según se puede apreciar en los tráilers, parece que tendrá todo lo que hace grande a este señor. Espero que este artículo os haya ayudado a conocer un poco mejor a uno de los miembros más interesantes de la industria del anime y que os anime a saber más sobre su obra. Yo, por mi parte, no me pienso perder la siguiente genialidad de este maestro que, por cierto, cumplió años ayer mismo. ¡No os olvidéis de felicitarle en Twitter!