Análisis de Fire Emblem Awakening

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No me atrevería a decir –no al menos de una forma tan clara– que este Fire Emblem Awakening es el mejor juego actual de Nintendo 3DS. Tampoco, sin duda, que es el mejor juego de la franquicia, porque la verdad es que ésta es la primera vez que afronto la experiencia, maravillosa en este caso, de jugar a uno de los juegos de la saga. Lo que sí que es fácil de decir (y de demostrar) acerca de este juego es que es uno de los mejores del año y una experiencia tan redonda que es complicado escapar de la diversión que ofrece una vez estás dentro de su mundo.

Intelligent Systems, los encargados del proyecto, han creado un juego muy profundo, llevándolo todo de una manera tan inteligente que es hasta sorprendente. El hecho de que el estar fuera de los combates, que se entiende son el núcleo de este juego, sea casi tan divertido y enganchante como lo son las mecánicas de los enfrentamientos son una buena prueba de ello. De hecho, el propio juego entiende perfectamente que su cometido no es el de aventurarnos en la búsqueda de cofres por diversas ciudades ofreciéndonos horas muertas (aunque supuestamente de juego) sino que el meollo de la cuestión y la que lo hace diferente del resto son sus combates, elaborados con mucho mimo y tan fácilmente entendibles como satisfactorios en su ejecución, por lo que este Awakening no ofrece más recorrido en sus más de 20 capítulos que el de ver una serie de animaciones (o espectacularmente animadas con un cel-shading de esos que quitan el hipo o con unos personajes poligonales que no adolecen demasiado las sierras) que nos van mostrando poco a poco la historia del juego (que guarda cierta relación según he leído con alguna anterior entrega) hasta llegar a un punto del capítulo en el que tenemos que afrontar un combate.

Estos, realmente, no son nada del otro mundo: un RPG táctico como cualquier otro, donde su mayor gracia reside en lo sencillo que es todo de afrontar en un principio. Combate tras combate vamos aprendiendo algo hasta que llega un punto en el que el juego nos deja caminar solos. Hasta entonces, a pesar de ello, el recorrido siempre es grato, donde hasta el menor atisbo de cierta estrategia denotada por nuestra parte nos puede recompensar las horas echadas frente a la consola.

Los combates, a grandes rasgos y para quien no esté familiarizado con ellos, se realizan en escenarios de distintos tamaños divididos en casillas de igual tamaño. Nuestros personajes, que podemos poner en modo automático perdiendo bastante jugo el asunto, se mueven en ellas, pudiendo recorrer más o menos distancia en cada turno dependiendo de distintos factores, como la montura. Una vez estamos lo suficientemente ceca de un enemigo, o amigo si queremos causar en él algún efecto, podemos atacar. Una vez ahí el propio juego nos muestra un menú donde podemos ver la probabilidad de acierto, la cantidad de vida que le quitaremos o el arma que nos podrá resultar más útil. Una vez decidido nuestro movimiento, el juego nos muestra a los personajes en 3D realizando tal hazaña, pudiendo elegir el tipo de cámara que queremos para poder observar con detenimiento unos movimientos muy espectaculares.

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No es casualidad, claro, que todo sea tan sencillo: Nintendo ha querido promocionarlo desde un principio como un juego muy asequible para cualquier público, donde desde el más experimentado en el género hasta alguien nuevo en él pueden encontrar distintas experiencias que les hagan sentir que su compra ha merecido la pena, y es que ni siquiera es necesario que nos guste especialmente el género al que pertenece para encandilarnos como tontos a un todo que ofrece tanto con tan poco que es difícil de entender.

El juego comienza presentándonos a unos pocos personajes principales, de los cuales hasta puedes prescindir de un par a lo largo de la epopeya, que ya desde ese momento hacen ellos mismos que cada conversación irradie cierta chispa que, sin llegar a vislumbrar el secreto de la narrativa audiovisual definitiva, sí que nos sirve para enamorarnos como chiquillos de unos personajes con un carisma sorprendente que, con tan sólo un par de frases y unos diseños realmente atractivos (todos tienen unos tan memorables que pueden hacernos escogerlos en las contiendas más por esto que por su aptitud para el combate) ya nos hacen quererlos, leer cada cosa que dicen y vivir cada combate mucho más al limite, y más teniendo en cuenta que pueden morir y no volver a aparecer en toda la batalla.

Y es que la franquicia japonesa es conocida, entre otras virtudes, por ofrecer una experiencia bastante única en ese sentido: las muertes en las contiendas pueden suponer la desaparición permanente de los personajes.

Aunque aquí eso es opcional, y bastante de agradecer para según qué usuarios, sí que supone cierto punto positivo para el trasfondo estratégico que el juego emana: se trabaja más y se piensa más, dejando las alocadas peripecias de novato para otro momento en el que no estén en juego nuestros soldados, a los cuales se les acaba cogiendo tanto afecto como el que ellos se muestran unos a otros, donde se coquetea con cierta simulación amorosa donde los personajes pueden llegar hasta a tener hijos que pueden, más tarde evidentemente, unirse a nuestra causa, la de proteger a la preciosa gobernante de la región de Chrom y Lissa, los cuales junto a un soldado llamado Frederick nos salvaron cuando nos encontraron amnésicos en medio de una llanura.

No se nos tarda demasiado en mostrar que los dos primeros son en realidad más que simples custodios (los guardias de la región que se dedican a proteger a los ciudadanos), ya que son los hermanos de la Venerable, la gobernante de la región y la cual siempre está en peligro por el mero hecho de proteger el Emblema de Fuego, un poderoso artefacto que cualquier ser maligno pretende poseer. La historia narra, muy a grandes rasgos, las escaramuzas que tendremos con Chrom y el resto de unidades controlables.

Awakening es un juego divertido y profundo, al que le podemos echar fácilmente un par de decenas de horas, con un guión bien llevado y perfectamente acompañado con una banda sonora que redondea hasta el extremo todo lo que nos quiere ofrecer: una experiencia enorme, llena de matices y que va en todo momento al grano.

Un juego imprescindible para la consola y que marcará de aquí en adelante las pautas de lo que un RPG (estratégico o no) tiene que ofrecer, ya que a buen seguro un montón de nuevos usuarios están comenzando con un juego que pone los listones tan altos que es complicado que después se satisfaga a esos mismos jugadores con un producto inferior y más descuidado. Y ya sólo por eso tenemos mucho que agradecer a sus desarrolladores. Y por todo lo demás, también.