Destripando el humor de Pani Poni Dash!

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Por fin me he decidido a publicar un artículo que siempre me ha rondado la cabeza, y que quizás nunca escribí por miedo a no saber analizar completamente esta obra. Hoy quiero hablarles de la que para mí es una de las grandes series de comedia de la animación japonesa, y seguramente la más ignorada por el público español — no así por el norteamericano, por ejemplo, donde cosechó un notable éxito—. Se trata de Pani Poni Dash!, serie del 2005 que adapta el genial manga de Hekiru Hikawa Pani Poni. Su humor paródico y autorreferencial la hace bastante peculiar en sí misma, mientras que por otra parte, deriva hacia un humor de corte absurdo que comparte bastantes rasgos con otros éxitos del anime cómico como lo fueron Azumanga Daioh o, más recientemente, Nichijou.

Pero antes de meternos en harina, introduzcamos un poco la historia. Rebecca «Becky» Miyamoto es una joven genio de 11 años que, tras graduarse en el MIT, vuelve a Japón para impartir clase de matemáticas en el instituto Momotsuki, donde se las tendrá que ver con sus nuevas y peculiares alumnas. Con esta simple premisa comienza un slice of life que podría ser uno de tantos, pero que sin embargo se desarrolla con una maestría que marca ampliamente la diferencia.

Desde el primer minuto, donde se parodia la mítica escena de la Estatua de la Libertad en El Planeta de los Simios, Pani Poni Dash! sorprende por su sentido del humor, que busca principalmente desconcertar al espectador. A lo largo de la serie, nos encontraremos muchas más referencias a la cultura televisiva tanto americana como japonesa. Kill Bill, Viernes 13, Star Trek, Astroboy, Tiger Mask, Gundam, Ashita no Joe o Godzilla son solo una pequeña parte de las obras que podemos identificar en muchos de sus gags. Mención especial merece la saga de videojuegos Dragon Quest, de la que el autor debe ser muy fan, porque aparece constantemente.

Se trata de una comedia muy flexible, para bien o para mal, cuyas tramas y subtramas van y vienen. Aunque sus capítulos son autoconclusivos, siguen una cierta línea de acontecimientos que queda difuminada a veces, cuando no es directamente obviada en pos del humor. Así, parte de sus recursos cómicos consisten en rupturas abruptas de los tiempos de la narración, en el manejo de las pausas y los silencios, o en la no finalización de los propios gags — algo que a mí personalmente me parece una delicatessen humorística, pero como todo, esto es cuestión de gustos—.

Además, si vamos al detalle, nos fijamos en la inclusión de numerosos chistes internos, que enmarcan la acción y dan juego y dinamismo a este anime. Las extrañas transiciones entre escenas, la mezcla de imagen real e imagen animada, las cortinillas que hacen referencia a partes posteriores de la trama, los planos que muestran un falso «detrás de las cámaras» donde se ven los escenarios como si fuesen decorados de un plató, o donde se cuelan los focos y las cámaras de un imaginario equipo de grabación en planos generales de la acción. Todo ello contribuye a la propia singularidad de Pani Poni Dash!.

Otro conjunto de recursos empleados es el referente a juegos de palabras, coletillas, proverbios, diálogos satíricos o comentarios non sequitur. Por supuesto, una subtitulación literal hace que se pierda la gracia de muchos de estos chistes, pero a veces aparecerán explicados con anotaciones al margen, lo cual se agradece.

Una de las grandes bazas de la serie es que goza de un amplio abanico de personajes secundarios brillantes y que a menudo superan en carisma al octeto protagonista. Esto contribuye a dar profundidad a la historia, permitiendo la aparición de tramas paralelas que en ningún caso desentonan con el conjunto, sino que complementan la acción e impiden que llegue a hacerse pesada. Esto contrasta con otras series del género donde el resto de alumnos del instituto son meros extras, y donde no podemos ver más allá de la vida escolar de los protagonistas.

Los personajes de la obra son personajes en evolución, y no me refiero tanto a una evolución psicológica, sino a un cambio en sus propios roles. Personajes que nacen con una función, adquieren otra hacia el final de la serie, al tiempo que ésta se vuelve más disparatada. Behomi, «la chica mágica de tipo curativo», o los extraterrestres acechan La Tierra, son un buen ejemplo de personajes secundarios cuya función es permitir parodiar los animes de magical girls o las series de ciencia ficción espacial, sin perder por ello relevancia en la trama principal.

En definitiva, este es un anime que encantará a la gente con gusto por el humor absurdo, así como a los que se vean capaces de captar los cientos de referencias que se acumulan en sus 26 episodios. También os digo que yo la disfruté mucho más con 16–17 años que ahora de más mayor, pero aun así sigo considerándola un must-see.