Empezar a hablar de Space Dandy es difícil. Y esto es así porque no se puede entender este anime sin analizar antes las circunstancias: Space Dandy es mucho más que el anime que los fans intentan catalogar como de mediocre, de éxito o incluso de culto; esta disparidad de opiniones se debe a lo que han hecho BONES y Shinichiro Watanabe con este producto. Su apuesta va mucho más allá de los estándares de la industria del anime, es un intento de presentar un producto que se niega a preocuparse por las ventas de la serie, o de si tendrá una buena acogida por los fans. No se puede decir que este hito está al alcance de cualquier estudio, ya que los nombres del estudio y el artista son tan importantes por si solos que pueden atraer tantos patrocinadores como quieran, y esto ayuda muchísimo toda la producción.
Pero esta seguridad económica no significa que no estemos ante una apuesta importante; es un experimento, una prueba de hacer algo distinto. Podríamos comentar, por ejemplo, el hecho de que se haya estado emitiendo simultáneamente en Japón y América (de la mano de Cartoon Network, donde capítulo a capítulo ha ido ganando más público), o que sea el primer anime en tener suficiente peso como para merecerse una reseña en los periódicos norteamericanos. O también la ruptura de estilo que ha habido con los otros productos de la animación japonesa que hay en este momento en el país nipón. También es difícil intentar hablar de Space Dandy ahora mismo porque sólo llevamos vista la mitad de la serie, pero la espera hasta julio que debemos hacer para seguir las aventuras de Dandy y su tripulación hace propicia una reseña.
Esta serie nació del deseo de ir más allá de los métodos de hacer anime tradicionales, y aunque todas las circunstancias extras pudieran intervenir en un juicio de la obra, al final el contenido de la misma es el que dicta sentencia. Y es aquí donde ha habido el gran conflicto entre sus espectadores. Como se ha comentado líneas arriba, la serie ha tenido muchos detractores, pero también muchos seguidores; desde sus inicios esto estaba destinado a ocurrir. Watanabe mueve ríos de tinta, y mucha gente se empeñaba en buscar en Space Dandy –aunque el director lo hubiera negado muchas veces- un Cowboy Bebop 2, o, si eso era demasiado pedir, otra obra seria, más en la línea de Sakamichi no Apollon.
Que Space Dandy lleva el sello de Watanabe es innegable, sí, pero el anime no es tan profundo (ni cómico o ligero) como se ha creído. La obra ha sido un crescendo constante, y echando la vista atrás, los primeros 10 minutos que se filtraron antes del estreno no hacen justicia a la serie. Personalmente creo que fue un gran error difundir ese avance, ya que en cierto modo, si bien establece algunos patrones que se repetirían en los capítulos venideros, parte del público prejuzgó la serie y la tachó de humor absurdo, fan-service y floja en su núcleo. El piloto en sí tiene impacto, pero en un visionado completo, ya que el resto del capítulo sí que define bien como es el alma de la serie. Y es que ésta tiene como característica especial –e importantísima– el hecho de que es un mix-up de muchos directores, guionistas, animadores y diseñadores. Watanabe, más que ser un director al uso, es un director general: definió la serie, dio cuatro pautas, guió un poco al resto del equipo y les entregó las riendas de la serie con total libertad de creación. Lo que hace tan especial Space Dandy es que casi todos los episodios tienen un guionista y un director estrella invitados que se ocupan de jugar como quieran con la obra. Esto hace que cada capítulo sea especial y único, una fiesta de imaginación.
La lista de nombres ilustres es infinita, ha habido muchísimos tandems distintos que han creado capítulos increíbles. Podría empezar comentando la pareja que formaron la directora Sayo Yamamoto (Lupin the Third: Mine Fujiko to Iu Onno) y el guionista Dai Sato (Lupin the Third, Cowboy Bebop o Samurai Champloo), que se encargaron del segundo episodio. O del director y guionista Hiroshi Hamasaki (Steins;Gate) y el animador Manabu Akita (Jojo’s Bizarre Adventure) que se encargaron del tercero. Un buen número de artistas han ayudado a construir Space Dandy, aportando su visión característica, sus estilos y sus pensamientos en la serie, haciendo una suma impresionante; por encima de todo, eso sí, se notan las ganas de pasarlo bien haciendo anime, de dar rienda suelta a su imaginación y crear el episodio que siempre habían querido pero que por los convencionalismos del mercado no podían hacer.
Calificar a Space Dandy como un ejercicio de imaginación salvaje se debe a una trama loca y a unos escenarios y personajes peculiares, pero su temática no es nada extraña en cierto modo. Lo mejor de Space Dandy es cómo logran los guionistas y directores dar la vuelta a temas completamente trabajados en muchísimas obras anteriores. Este anime tiene desde robots con emociones y pensamientos que recuerdan a las novelas de Isaac Asimov a referencias a los doramas japoneses de los 70, pasando por multitud de películas de ciencia-ficción de los 80, elementos tecnológicos actuales (Google, Twitter, el servicio de respuestas de Yahoo), los zombies, la leyenda del ramen Jiro, guiños a Cowboy Bebop y hasta a la perra espacial Laika.
Space Dandy no intenta reinventar un género, más bien rinde homenaje a miles de corrientes que le gustan y es capaz de darles un toque de frescura diferente. es como si giraran un prisma para ver lo mismo pero desde otra perspectiva. Y esto lo saben hacer muy bien. Destacaría un guionista novel en especial que ha logrado ejecutar lo que comentaba a la perfección, y este es Kimiko Ueno. A lo largo de 5 capítulos en los que ha trabajado, nos ha brindado guiones de los más inteligentes y divertidos, como por ejemplo el 4 (el de los zombies) y el 10 (el eterno 8 de agosto).
Otro de los adjetivos que pueden venir a tu mente cuando ves Space Dandy, es que es muy psicodélico. Un anime no puede pretender serlo: lo es o no lo es. Y éste lo logra. Gran parte del mérito está en la gran plantilla de directores y animadores que ha fichado Watanabe, desde el anteriormente mencionado Akita al francés Thomais Romain, el austríaco Bahi JD o la directora Choi Eun-Young (discípula de Maasaki Yuasa). Como decía, el estilo artístico varía de episodio en episodio, pero todos y cada unos de ellos presentan una calidad técnica y un acabado apabullante, con un predomino de la técnica sakuga que denota el amplio presupuesto con el que contaba el proyecto. Estamos ante un anime que derrocha creatividad en todos los fotogramas, desde el opening hasta el ending, donde aparecen un sinfín de extraterrestres, planetas, naves y planos del universo.
Otro de los puntos más importantes del anime, es el botón de reset que parece que haya en cada capítulo. De primeras parece que cada episodio es completamente distinto al anterior y no tienen continuidad alguna. Pero a medida que avanza la historia –si se puede decir que haya tal avance– uno se va dando cuenta de que es mucho más que un botón de reseteo. Tras toda la aleatoria que parece haber, tras todo ese caos, se intuye una mano negra que dirige todo el universo de Space Dandy. De momento no podemos saber nada más, sólo nos han dado alguna que otra pista en algunos episodios y en un ending que tiene un potencial de tener todos los spoilers del mundo; hasta ahora la hipótesis de que cada capítulo ocurre en un mundo paralelo solo es una conjetura, se espera que la segunda temporada arroje un poco de luz sobre todo este galimatías.
Space Dandy se había presentado por activa y por pasiva como un anime de comedia light, pero considerando el talento y quien había detrás, ha resultado ser un reto emocional e inteligente mucho más profundo de lo que se podría esperar. Que no haya confusión, la obra no intenta emular ningún otro trabajo de Watanabe, ni se pueden intentar comparar, pero ha resultado ser mucho más de lo que se había vendido. Y bienvenido sea. Pero las bases de comedia y entretenimiento siguen ahí, y al intentar usar tantos registros distintos de humor, es normal que sea un hit-and-miss para mucha gente. El humor siempre ha sido un concepto muy personal y variante de persona a persona. Como siempre se ha dicho, es más difícil hacer humor que drama.
No se podría decir que el factor de peso más destacado de la comedia de Space Dandy sea el trío protagonista, sino las situaciones en las que se ven metidos. La personalidad de los tres cazadores de extraterrestres no destaca por ser muy fuerte, ya que si bien alcanzan más profundidad cuando tienen sus capítulos personales no son especialmente graciosos. Como se ha dicho, el humor muchas veces proviene de cómo enfocan las situaciones y las resoluciones locas e ilógicas que desencadenan. Muchas veces los secundarios son los encargados de llevar la comedia per se: por ejemplo el dúo antagonista, que es el Team Rocket particular de la obra. Y Space Dandy tiene muchos secundarios, en cada capítulo aparecen los invitados estrella que nos plantean la historia a seguir. Y como ocurre con el staff técnico, en este anime también han participado muchas leyendas del mundo de los actores de voz. La lista podría ser larguísima, pero destaca especialmente un nombre propio por una circunstancia más bien aciaga. Hablo de Ichiro Nagai, que participó en el segundo capítulo de la serie y desgraciadamente fue el último trabajo de esta leyenda del anime, dejándonos una actuación soberbia a modo de despedida.
Watanabe ha vuelto a lograr ofrecernos un anime increíble y muy disfrutable, demostrando otra vez porque es considerado uno de los titanes de la industria.