Crónica del X Salón del Manga de Valencia, a caballo entre un evento y un tostón

El X Salón del Manga de Valencia no defrauda. No defrauda porque nuestras expectativas de cara al evento eran prácticamente nulas. Cada año la preparación mental se torna más importante para sobrevivir a este encuentro otaku en la ciudad del Túria, y es que el Salón del Drama de Valencia es probablemente la cita nacional de manganime que más nivel pierde edición tras edición, un dudoso honor que empieza a despertar ira, aversión y tedio entre los asistentes.

Sinceramente, no creemos que una ciudad con semejante volumen de lectores habituales de manga merezca un salón que desprestigie todo aquello que la palabra «organización» representa. Colas inútiles, ridícula, o más bien nula ambientación y un escenario principal pésimamente situado e iluminado que le quita a uno las ganas de ver nada. Todo ello en manos de unos abnegados voluntarios que pusieron todo de su parte y que se vieron colapsados finalmente ante todas las deficiencias organizativas. Tras conversar unos minutos con varios de ellos, parece improbable que repitan la experiencia.

No es de extrañar que ante este panorama, cada vez menos empresas quieran traer sus stands al evento, no podemos culparlas a ellas. Por parte de los aficionados, sólo podemos agradecer su presencia a aquellas que siguen haciéndolo a pesar de todo y que nos traen año tras año pequeñas «joyitas» que nos enloquecen. Un ejemplo claro de esta filosofía (aunque no el único) es Akiba, una empresa de la ciudad condal que ha puesto este año a nuestro alcance productos importados directamente de Japón y que por desgracia no podemos encontrar en nuestra ciudad. Sí, así da gusto comprar.

¿Puede ser que se haya desvirtuado la esencia del salón? Creo que es evidente que cualquier aficionado acude a un Salón del Manga para ver y hacer algo especial, para disfrutar de las actividades, del ambiente, y dejarse los duros, sí, pero en algo que merezca la pena, no en lo mismo que se nos oferta durante todo el año. En esto juega un papel importante el tráfico de empresas como las mencionadas arriba, pero también los aficionados. Quizás sea sólo cosa mía (espero que no), pero opino que los stands que aportan verdadera vida a un Salón de Manga son aquellos donde la gente pone a las venta sus creaciones, sean chapas, hamas o fanzines, esa es la esencia de estos eventos. ¡Muchas gracias a todos los que han participado este año!

Quizás el gran defecto del Salón valenciano haya sido su falta de actividades, lo cuál ha provocado un hastío en los asistentes difícilmente alcanzable en otras citas similares.

Todos empiezan ya a hacer comparaciones con el otro gran evento otaku levantino, Otakuart, una especie de «salón entre amigos», mucho más informal y que cada año le va ganando terreno al Salón del Manga por ser sinónimo de «pasárselo bien». «¿Insinúas que no lo pasasteis bien en el Salón?» Hombre, pasarlo sí que lo pasamos bien.

«¿Entonces pagarías de nuevo la abusiva entrada el año que viene?» Pues mira, no. Pagar lo mismo que en Barcelona por un evento tan cualitativamente inferior me parece una estafa de las de padre y muy señor mío, ¿acaso nos han tomado por guiris estos valencianos?

Este año las actividades se han limitado a los tradicionales concursos de Cosplay, baile y diversos torneos videojueguiles que, a los que no tienen ni idea de videojuegos (véase el que les habla), les han sabido a poco. Afortunadamente, aún quedan asociaciones como Asian Club o la Asociación de Mahjong de Puzol “Los 3 Dragones” que ponen ese punto original a la oferta de actividades. Por cierto que se hubiera agradecido un programa de actividades o algo así, pero a los organizadores les debió parecer una idea descabellada.

Pero cuidado, que no todo ha sido un desastre en el salón de marras, también han acaecido sucesos positivos. Uno de ellos ha sido la siempre bien recibida asistencia de Jesulink, el autor de mangas como Raruto y 5 Elementos, ese prohombre que va dejando un rastro de simpatía por donde pasa, el que probablemente sea el autor patrio más querido por el público. Creo que este hombre no necesita mayores presentaciones realmente.

Pues Jesulink estuvo allí, al pie del cañón durante dos días firmando ejemplares de sus obras con una mano mientras con la otra partía la pana en Mano-chan Fighters. Tuvimos la posibilidad de hablar con él durante unos breves momentos mientras firmaba nuestros ejemplares (¿es a esto a lo que llaman imparcialidad?) y nos comentó que consideraba el ambiente allí más distendido que en las grandes citas del manga, algo que le agradaba personalmente. Nos habló un poco de sus experiencias en ediciones anteriores y bueno, ya saben, un sol de hombre.

Al otro lado del ring tenemos a Studio Kat, sobre el cuál quiero matizar algunos aspectos. Muchos sabéis que los chicos de Studio Kat son quiénes han venido manejando los hilos del Salón del Manga, los que se han encargado de organizarlo (no en solitario obviamente, pero sí que han metido baza) y sobre quiénes, por tanto, recaen parte de mis críticas. Pero ahora quiero hablar de ellos desde el ángulo opuesto, hablemos de «Studio Kat: los tipos que hacen geniales fanzines y mantienen activo el panorama».

Porque aunque a «Studio Kat: los tipos que hacen geniales fanzines y mantienen activo el panorama» les haya quedado un poco grande aquello de organizar un evento de semejante calibre, lo cierto es que hay que elogiar su actitud. Estos señores son los responsables de buena parte del movimiento otaku valenciano, incluyendo Otakuart, el cuál para mí es una cita ineludible, así que no es ni mucho menos mi intención ponerlos a parir.

Simplemente creo que no deberían haberse metido en camisa de once varas. Si quieren un consejo, dejen que Jointo Entretainment se saque las castañas del fuego, y si el salón es un truño malo pues las culpas para ellos, que son los que no están haciendo nada por evitarlo. Ustedes no tienen necesidad de preocuparse por nada más que por montar su sobresaliente stand y vender sus fanzines. Sus razones tendrán claro para haber tomado parte de ello en las dos últimas ediciones, pero sería cuestión de replanteárselas y analizar de nuevo la situación.

En definitiva, sean aficionados o profesionales, mucha gente hace su mejor esfuerzo por impulsar el Salón del Manga de Valencia, pero esto no se refleja en el resultado. Aquí hay algo que no funciona y creo que todos sabemos lo que es. Sólo espero poder decirles en el futuro que el Salón del Manga está de nuevo entre los grandes del calendario nacional. Hasta entonces recuerden que les quiero, ¡muak!