Primeras impresiones de Tales of Symphonia

tales-of-portada

Dice Hitoshi Ichimura en el pertinente comentario del principio de este tomo que casi no se lo podía creer cuando le cayó de manos de su editor la propuesta para serializar el manga del hasta entonces solo aparecido en Game Cube Tales of Symphonia. Es normal: fuera de lo malo o bueno del juego (que, a falta de probarlo, yo me fío del cien por cien de críticas positivas que hay), la saga Tales of es algo muy sólido, tanto en Japón como, ahora más que nunca con incluso traducciones al castellano, en nuestro país. Una saga de JRPG con unos argumentos y diseños tan y tan nipones que, desde la distancia, ya sabes que sólo hay dos caminos posibles: el enamoramiento absoluto para con todos y cada uno de los elementos que componen la saga o la simple indiferencia ante unas mecánicas tan de juego de allí que asustan: por lo bien concebidas y hechas; también por las pocas ganas de cambiar que parecen tener.

Pero no pasa nada: toda la legión de fans de la saga va a estar ahí, y se nota: parece que, en los momentos en los que estoy escribiendo esto, en algunos sitios el tomo ya se ha agotado incluso. No mucha gente ha podido esperar y se ha lanzado en cuanto ha podido a por la adaptación al cómic de la historia de Lloyd, Genís y el resto. Y creo que no se debe a otra cosa que a un intento de materializar su agradecimiento (involuntaria e indirectamente, en realidad) hacia los desarrolladores, hacia los personajes; hacía todo aquel –ficticio o no– que haya tenido que ver en el proceso de creación de ese videojuego que tantas horas de diversión le llegó a ofrecer en su momento.

Porque de eso se trata: de intentar rememorar todas aquellas experiencias en otro formato. Estas obras (el Tales de hoy, los The Legend of Zelda de Norma, los Kingdom Hearts también de Planeta o, por supuesto, ejemplos aquí inéditos como el de Pokémon Adventures) están hechos para el fan, para que él disfrute; se cuenta con la base de que ya se viene jugado, con que se conocen las reglas básicas del mundo que se presenta: no es que quede descompensado luego el manga, sino que simplemente las cosas están enfocadas para ese camino. Se puede por supuesto leer sin más, a ver qué cuentan, –y en la mayoría de los casos nos enteraremos sin problemas–, pero nos quedará una experiencia más vacía al vislumbrar cómo la mayoría del estilo narrativo del manga está preparadísimo para hacer hincapié sobre lo que el videojuego, como medio paralelo y en otro momento de evolución contemporánea, sabe ofrecer. Escenas innecesarias o cosas muy forzadas que uno nota sin demasiados problemas cómo en un videojuego podrían haber funcionado pero cómo no encajan del todo en viñetas.

Un manga basado en un videojuego siempre es algo peligroso, algo que se debe tratar con sumo cuidado si no se quiere salir malheridos del encuentro: normalmente, este tipo de obra no se adapta a ti, sino que tú te tienes que ajustar a lo que él, como interpretación de un juego, te quiere contar. A veces de un modo duro, tosco y seco; otras de una forma más agradable y parecida a lo que podríamos encontrar en una obra actual. Nos hacen falta más tomos de este Tales para saber en qué posición se colocará la iniciación en la saga que Planeta ofrece, pero sí que hay una conclusión muy clara tras mi lectura del tomo: es para fans. Totalmente. Y no es que esté hecho para ellos muy específicamente sin más, sino que es una muy buena obra en ese sentido. Una compra obligatoria para cualquiera que siga la franquicia: lo disfrutarán muchísimo y no pondrán ninguna pega a la edición (algo elevada de precio para lo acostumbrada, pero coherente al fin y al cabo). Para el resto, pues bueno: un shonen más que cuenta sobre un viaje para la llamada aquí «regeneración del mundo». Espadas, magia y criaturas fantásticas que forman un elenco para chiflar al fan. Para otro tipo de público, entretenimiento sin más.