Hacía algo de tiempo que no hacíamos un artículo de estos: desde nuestras primeras impresiones de Kill la Kill, de hecho. Ya en ese momento justificamos un poco aquello diciendo que, en fin, estamos en un punto donde podríamos hablar de saturación de productos. Muchísimos animes que se estrenan a todas horas y que, vaya, no acaban de despertarnos la curiosidad del todo. No era el caso de Kill la Kill, y tampoco lo ha sido con esta nueva excepción que es el Space Dandy que el estudio BONES nos presentó esta semana, serie que se emite simultáneamente en varias partes del mundo y con la cual ya llevábamos un tiempo fantaseando. No es para menos: detrás de esto se encuentra nada menos que Shinichiro Watanabe, maestro detrás de cosas que nos gustan un montón como Cowboy Bebop o Samurai Champloo.
Y es que aunque a primeras pueda parecer algo alejado de todo eso (sobre todo argumentalmente) vamos a tener el ojo siempre puesto en la serie de un dandy que, junto a un robot y un extraterreste con forma de gato, surcan el espacio en busca de nuevas especies que capturar. Tras el salto, algunas de nuestras primeras impresiones.
La opinión de Adrià
Hay muy pocos autores de anime que, en su empeño por alejarse de lo predeterminado y de dejar su impronta en la insutria, consiguen que se pare el mundo entero cuando tienen algo que decir. Hay, de hecho, tan solo uno que lo consigue: fuera del medio cinematográfico, de los Miyazakis, los Otomos o los Shinkais, el de Shinichiro Watanabe es quizá y por méritos propios el nombre más respetado y venerado de una industria que ahora más que nunca necesita autores más eclécticos y osados, creadores que en el atrevimiento de buscar su propio modus operandi dejen plasmada la huella que distingue a aquellos que merecen ser llamados autores.
Siendo Watanabe ese espejo en el que habría que mirarse más a menudo, siempre me ha gustado pensar en él –advertencia: puede que se me haya ocurrido ahora– como un homólogo involuntario y de ojos rasgados del Tarantino más primerizo: quizá no sea tan buen director como creamos o queramos creer que es, pero tampoco es eso, sino su extraordinaria capacidad para aplicar la norma del «lo que me dé la gana, cuando me dé la gana y como me dé la gana», lo que le ha hecho alzarse como una personalidad única en la industria. Hay mucho de eso en Space Dandy, pero también menos por parte de un Watanabe más predispuesto a la locura y lo bizarro que a la narrativa triumfante. Seguramente por ello Space Dandy no llegue a las masas como sí lo hizo esa obra maestra que es Cowboy Bebop, ni siquiera como esa rareza de samurais con sabor a western clásico llamada Samurai Champloo. Los derroteros de Space Dandy apuestan por un apabullante apartado audiovisual –cortesía del siempre eficienete estudio BONES–, un humor de taco made in Japan y un sentido del espectáculo tan inusual en el estilo de su autor como resultón en su ejecución.
Llegados a este punto, es absurdo no hablar de Space Dandy como una especie de alto en el camino. Un paréntesis creativo de un autor que, por sorpresivo que parezca, ha apostado por una historia menos propensa a las formas del cine americano y bastante más cercana a lo que se ha visto una y mil veces en su país de origen. Y aun así, a pesar de todas sus diferencias, resulta imposible no acordarse, no sin antes esbozar una sonrisa, de aquel encantador cazarrecompensas de pelo encrespado: no es que el simpático canalla de Dandy recuerde al gran Spike Spiggle, pero a pesar de todo, uno no puede dejar de ver en él ni en su peculiar visión del espacio exterior el reverso de aquel inolvidable western crepuscular intergaláctico que, entre melancólicos ritmos de blues y sorbos de whisky barato, nos sumía en una epopeya espacial poblada de perdedores con encanto y almas en busca de redención. A saber si está en los planes de Watanabe emular en Space Dandy, aunque sea en una ínfima parte, los innumerables encantos que hicieron sentir como nuestros aquellos viajes en el Bebop. Hasta entonces, servidor de ustedes estará encantado de menear una vez por semana el esqueleto con el Viva Namida de Yasuyuki Okamura. Y el amigo Ashita también.
La opinión de Ashita
No lo voy a negar, no, más bien lo diré alto y claro porque me siento orgulloso de ello. Soy un fan acérrimo de Watanabe, todo lo que ha hecho este hombre me ha encantado, y como para mí Cowboy Bebop es el summum del anime, muy imparcial no seré. Bueno, a quién quiero engañar: seré parcial, muy parcial. Quien quiera algún texto imparcial que lea otras primeras impresiones/reseñas, por ejemplo la del New York Times. No, no bromeo: es la primera vez que veo la reseña de un anime en ese diario, y pongo este ejemplo simplemente para ilustrar lo que significa Space Dandy. Space Dandy es el nuevo anime de Watanabe, que en su regreso a la industria ha decidido reclutar un equipo que espanta. Solo su nombre ya sería suficiente para dar caché a una serie, pero es que además de él se han juntado varias leyendas para acompañar los títulos de los créditos, y es normal que con Dai Sato, Yoko Kanno, Sato Yamamoto, Katsuhiro Otomo, Thomas Romain y un largo etcétera todo el mundo tenga la vista puesta en la serie.
Tanto es la expectación que incluso han doblado el anime al inglés y se emite simultáneamente en medio mundo –no entraré en la polémica de si es mejor ver el anime doblado o subtitulado, pero sólo diré que lo prefiero del segundo modo, simplemente porque los actores de voz no se pueden comparar–. Con este anime (y Noragami) BONES vuelve a entrar en la escena del anime tras un descanso, y creedme, pese a que algunas de sus series no sean buenas (como les ocurre a todos los estudios), siempre es bueno que BONES esté en el rodeo. Técnicamente Space Dandy no tiene ninguna tara, es simplemente sublime. Y argumentalmente es… loco. La frase insignia de la franquicia, que una vez y otra los productores se han hartado de repetir, define perfectamente al anime: «Space Dandy is… a dandy guy in the space»
Space Dandy es un ejercicio de locura creativa y destellos psicodélicos. Space Dandy es humor absurdo. Space Dandy es ironía concentrada. Space Dandy es locura. Space Dandy es la reunión de muchos genios en un único estudio con la sana intención de pasárselo bien y hacer pasarlo bien al público, sin segundas intenciones, sin ambiciones. Es volver a sacar al adolescente que llevan dentro y dejarlo fluir. Siguen el flow, como Dandy, el protagonista, y si tienen que dibujar una nave con forma de la Estatua de la Libertad en estilo bondage, lo hacen. Si hay que hacer metahumor, lo hacen.
Space Dandy está tan lleno de posibilidades como el espacio: sólo tiene el límite en el infinito.
La opinión de Rubén
Durante los últimos meses la serie de animación japonesa más sonada de esta nueva temporada de invierno fue sin duda alguna Space Dandy, y no por su historia precisamente, pues aun a día de hoy se desconoce qué rumbo va a tomar esta obra. El motivo de este revuelo fue un equipo de producción fastuoso, capitaneado por el mismísimo Watanabe, que junto a uno de los estudios de animación más famosos de este milenio, Bones, uno podía esperar una nueva obra maestra, un nuevo Cowboy Bebop. Quizás este fue el motivo de que mis expectativas no se vieran satisfechas cuando curioseaba el episodio por primera vez, pues me encontré con algo muy distinto a lo que me esperaba, cosa que no quiere decir que el capítulo no me haya gustado, ni muchísimo menos. Por esa razón esperé unos días más y volví a ver el episodio, esta vez con una idea mucho más clara de lo que me iba a encontrar y en esta ocasión sí disfruté bastante más de Space Dandy.
Sin duda lo que más me ha gustado de este capítulo es el estilo que tiene a la hora de contarnos las aventuras de un tal Dandy. Un estilo lleno de humor, chorradas, acción… que junto a una animación de escándalo, a una marchosa banda sonora y a unos personajes muy graciosos, ha conseguido entretenerme de muy buena manera durante los veinte minutos que duró el capítulo. Eso sí, no me pareció un episodio merecedor de tantas alabanzas como los otros redactores que participan en este artículo le están dando: en mi opinión, le faltó cierta consistencia y tuvo un ritmo algo extraño, con demasiados cambios de escenarios que rompían la continuidad constantemente, algo que se nota mucho cuando en los últimos minutos dejan de hacerlo y la historia pasa a ser extremadamente divertida y entretenida.
Creo Space Dandy seguirá dando mucho que hablar y esta vez no sólo gracias al equipo y al director, sino que también lo hará por su estilo, sus personajes y por su animación. Pero eso sí, hasta que no logren estabilizar esos cambios de escenas tan bruscos, no podré dejar de considerarla como una obra menor de Watanabe.
La opinión de Sergi
El principal problema de Space Dandy –este primer capítulo, de hecho, ha tenido no pocos errores conceptuales– es que ha sido, al menos a mi modo de ver, justo lo que se sabía. Ni más, ni menos: una especie de Mos Eisley continuo donde unos personajes especialmente bien diseñados hacen una space opera cómica con una cierta facilidad para el chiste japonés autóctono. Dandy es un tipo diseñado para encandilar, para hacer gracia desde el primer momento, y eso ya lo veníamos viendo desde el primer vídeo publicitario. También se sabía acerca de los secundarios y en torno al argumento principal, de hecho; no es que se supiera absolutamente todo, es que quizás simplemente la historia de BONES no esté prefabricada para alardear de sorpresas y giros de guión imperecederos. O puede que sí: la misma razón por la que todo esto levantó tantísimo humo es la misma por la que creo que un capítulo simplemente simpático no debería nublarnos la vista: Shinichiro Watanabe tiene un muy buen hacer y es probable que todo esto, quizás, no sea más que un preámbulo: uno muy cómico que nos entretiene hasta que el dandi del protagonista salga de su cantina al lado de su Han y su Chewie. Quizás sólo haya que esperar a que Watanabe dispare (primero) su artillería para que llegue todo lo demás.