Una de las ventajas que tiene el manga respecto a otro tipo de publicación de cómic –véase la europea– es su escandalosamente alta publicación: hay algunas que se publican mensualmente, vale, incluso hay otras que directamente no tienen una periodicidad fija, pero sí que hay un buen tercio de series que lo hacen de manera semanal. Y, si tienen el suficiente éxito y tirón, no durante poco tiempo: ahí están los 34 tomos –en la kanzenban– de Dragon Ball, los 70 de One Piece o los 66 de Naruto. Años y años de publicación, pero también de más y más dinero que hay que invertir en sólo una serie: haciendo unos cálculos rápidos, tener completa la última edición de Dragon Ball publicada por Planeta saldría por algo menos de 300 euros; los 70 de One Piece por casi 500. Una auténtica locura si queremos empezar de algún modo cualquier serie de este tipo. Porque claro, si llevamos comprando Naruto desde 2002 la cosa es bastante más llevable incluso si adquirimos un puñado de series cada mes: es el lector que comienza ahora a comprar el que lo tiene difícil para alcanzar estas series.
También es cierto que hay mil alternativas mejores que comenzar a comprar Naruto, como –por decir algo– la fantástica kanzenban de Monster, que saldría por unos 135 euros. O, por qué no, enganchar algún shonen si es de lo que se gusta, como Hunter x Hunter, que con 13 tomos no supondría demasiado sacrificio al lado del que quiere tener en su estantería Bleach, Detective Conan o alguna de estas. Y que se tiene el espacio, que esa es otra. ¿Cómo se afronta pues un gasto de 500 euros en una colección de cómics? Pues o bien intentando coger algún comienzo de saga (EDT ya hizo buen acopio de esta técnica con un tomo 49 de Bleach que, pegatina mediante, ya advertía del cambio argumental) o bien tirando de segunda mano.
La segunda mano es algo así como el adalid de la compra de obras antiguas y de colecciones largas: por un lado podemos encontrar obras muy buenas por dos duros en un ejercicio de algo maligno aprovechamiento; por otro, claro, también hay gente que tima a los más incautos con autenticas estafas: en cualquier página de segunda mano hay de todo. Y esas interminables colecciones no son menos: gente que, o bien se ha cansado o simplemente no tiene más dinero para manga y vende un buen montón de números de alguna serie parecida a las de antes. Normalmente por cantidades algo elevadas al estar tantos tomos, pero desde luego inferiores con respecto a los precios oficiales en tienda. Visto así parece que sea lo peor, que se va contra las editoriales y que se hunde todo: la cosa no es así. No se debería mirar como un rival hacia las editoriales o las tiendas: el negocio del manga no debería estar enfocado –quizá para los más atrevidos sí– hacia una continúa compra de tomos intermedios o antiguos sino que, en mi opinión, la cosa debe ir siempre centrada en la recolecta de compradores desde el primer momento. No esperar que todo el mundo comience a comprar ahora una serie que lleva cuarenta tomos en el mercado; sí quizás a que vayan comprando los que vayan saliendo nuevos o directamente nuevas colecciones. Porque si alguien encuentra una buena oferta para los treinta primeros tomos de Detective Conan es posible que todo lo demás lo vaya comprando en tienda.
La segunda mano es lícita, beneficiosa y, por supuesto, necesaria. Así que lo que menos debemos hacer, encima, es entre compradores echarnos algo en cara. Porque quizá eso sea lo más estúpido del mundo.