Cuando en 2010 Astiberri presentó una obra del no precisamente inédito Jirô Taniguchi pero que giraba alrededor de un hombre que comía en solitario, y además nos pedía 18 euros por 200 páginas en sentido de lectura occidental, quizá no fue uno de esos títulos que decidimos comprar sí o sí. Sin embargo es posible que aquella primera decisión fuera un error, porque El gourmet solitario es un manga de lo más ameno y entretenido.
En Japón el manga de género gastronómico, con o sin fantasía añadida, es de los más populares y cuenta con títulos extremadamente longevos como Cooking Papa, el cuarto manga más largo de la historia con 124 volúmenes a día de hoy. No es un género demasiado exportable, pero alguna cosilla sí nos ha llegado, como por ejemplo el anime Mr. Ajikko, primero en Cataluña bajo el nombre El Gran Sushi (popularmente «Petit Xef»).
Al mismo género pertenece este El gourmet solitario, que salió recopilado en Japón en 1997 con el título de Kudoku no gurume y nacía de la mente del guionista Masayuki Kusumi y de las manos del aclamado dibujante Jirô Taniguchi, del que se han publicado bastantes obras en nuestro país, casi siempre poniendo la parte gráfica a historias escritas por otros.
Es el caso de la obra que hoy nos ocupa, que como hemos dicho gira en torno a un personaje que come solo. Se trata del señor Inokashira, un comerciante que en cada capítulo se nos muestra comiendo y haciendo un repaso a algunos de los muchos platos de la gastronomía japonesa. A priori puede parecer una premisa aburrida, y es cierto que prácticamente no hay acción, pero después de leer unas cuantas páginas de este tomo cambiaréis de opinión.
En cada uno de los 19 capítulos de 8 páginas que forman este manga, el tranquilo y algo tímido (cualidad curiosa en un comerciante) protagonista pasea por una zona distinta de Tokio, o de alguna otra ciudad de Japón, normalmente tras una agotadora jornada de trabajo, y como el estómago le protesta entra en un restaurante. Ello sirve de excusa para hablar de platos típicamente japoneses, pero cada una de las comidas de Inokashira es distinta, algo que añade interés a una premisa que, como decíamos, no aparentaba ser demasiado atractiva.
En la mayoría de ocasiones el personaje se encontrará con que no ha podido localizar un restaurante que recordaba de años atrás, o que los platos que pensaba pedir no están disponibles, o que son distintos de lo que esperaba, pero casi siempre le sorprende su buen sabor y termina satisfecho en más de un sentido. Todo ello, además de hacernos entrar hambre según la hora a la que leamos el manga, sirve también para mostrar el ambiente de las zonas y los restaurantes que Inokashira visita, porque a pesar de ser poco hablador y de que casi todo el texto que sale de él aparece en forma de pensamiento y reflexión interior, la gente de su alrededor habla (grita) y da ambientillo a cada una de las experiencias culinarias que componen El gourmet solitario.
En cuanto a la edición estamos ante un tomo de formato B5 (17 x 26 centímetros), de tapa blanda don solapas, y una traducción más que correcta, pero con algunos problemas de rotulación, concretamente con la letra ñ, que aparece en blanco cuando sale en mayúsculas como onomatopeya, y cuando se trata de las onomatopeyas de comer podéis comprender que es imprescindible usarla, así que este error lo veremos y mucho. La cuestión del sentido de lectura occidental, por otra parte, no debería echar atrás a nadie: las páginas están espejadas (ignoro si solo las viñetas que podrían presentar conflictos o las páginas enteras), de manera que los diestros siguen siendo diestros, los zurdos zurdos y los conductores japoneses entran en los coches por la puerta de la derecha.
Así pues, a diferencia de otras editoriales como por ejemplo Planeta, en este caso el sentido de lectura occidental sí parece que tenga como único objetivo atraer a un público no acostumbrado al manga, y no esconder intenciones como reducir gastos al reeditar un manga ya publicado en épocas en las que lo estándar era el sentido de lectura occidental. Al fin y al cabo Astiberri ya había publicado, y ha seguido haciéndolo después, mangas en sentido de lectura oriental.