Reseña de Metrópolis

metropolis

Aunque al propio autor no le gustaba esta etiqueta, hay tres obras de los inicios de su carrera como mangaka que se suelen meter en un saco llamado «Trilogía de ciencia-ficción de Osamu Tezuka». Antes de Lost World y Next World, que serían respectivamente la segunda y la tercera parte de la popular «trilogía» (que además es temática, pero no argumental), salía a la venta Metrópolis (1949), que es la que veremos hoy.

Glénat nos la trajo cuando ya gozaba de popularidad gracias al largometraje animado de 2001, del que hablaremos al final para hacer comparaciones, y consta de un único volumen como era habitual en los primeros tiempos de Osamu Tezuka, que a su vez fue el creador de los llamados story manga o cómics con una historia larga, aunque paradójicamente sus obras ocupaban normalmente un solo volumen o dos como máximo, lejos de lo que consideraríamos actualmente una «historia larga». Las serializaciones en revistas que originan colecciones con decenas de volúmenes llegarían algo más adelante, pero antes de estos tomos únicos lo que había eran historietas de cuatro viñetas.

En fin, Metrópolis coge el nombre de la célebre película muda de Fritz Lang de 1927 —que el autor conoció al ver una sola imagen— y nada más, así que no estamos ante la adaptación a manga de una obra con origen fuera de los cómics (Tezuka también haría mangas así, pero no es este el caso). En ella el/la protagonista es Michi, un humano artificial creado por encargo del Barón Rojo (otro habitual del maestro, que debuta en este manga), líder del Partido Rojo, que se está haciendo con el control de la futurista e hipertecnificada ciudad que da nombre al manga y quiere conseguir la supremacía militar gracias a esa arma de aspecto humano.

metropolisglenatinterior

Un autosabotaje en el laboratorio en el que lo/la están engendrando hace que el ser, creado por cierto gracias a la contaminación intencionada del Sol, escape y se pierda entre la población humana sin saber nada de sus orígenes, pero el Barón Rojo no dejará de buscarlo/la y los populares señor Mostacho y su sobrino Ken’ichi le darán cobijo y dificultarán la búsqueda al Barón y los suyos. El problema es que su capacidad de volar y de cambiar de sexo (de ahí el trato que le hemos dado hasta ahora al personaje) le harán plantearse qué es en realidad y la respuesta no le gustará en absoluto.

Aunque se trate de una obra de los comienzos del Dios del Manga y estas suelan ser más bien ingenuas y obsoletas, Metrópolis es quizá la que me ha gustado más de aquella época. Además de ser amena encontramos en ella temas que obsesionaban al autor, pues aparecen en muchas de sus historias, como la preocupación por el medio ambiente, los peligros de la tecnología descontrolada y la relación entre los humanos y los robots/seres artificiales. Y no os vayáis a creer que la obra termina con un «fueron felices y comieron perdices». De hecho, ninguno de los títulos mencionados en esta reseña, como tampoco La nueva isla del tesoro, nos dejan con una sonrisa al cerrar los respectivos libros, por mucho que sean mangas en principio orientados a un público mayoritariamente formado por chicos jóvenes.

Como hemos dicho más arriba en 2001 se realizó una película animada basada en esta obra, pero a pesar de que es muy buena (estuvo incluso nominada mejor película de animación en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña en Sitges) y está firmada por el veterano director Rintarô y el guionista Katsuhiro Ôtomo (sí, el de Akira), la verdad es que argumentalmente se parece más a la película de Fritz Lang que al manga de Osamu Tezuka.

Es cierto que respeta su emetropolispeli (Custom)spíritu y trata los mismos temas, pero hay muchísimas diferencias. Entre otras cosas, la protagonista esta vez es una robot llamada Tima, hecha a imagen y semejanza de la fallecida hija de Duke Red (así se llama el Barón Rojo en la película), una idea que si os suena probablemente es porque así es como empieza Astroboy (personaje del que, por cierto, Tezuka consideraba a Michi como un prototipo). En este caso Tima fue ideada para controlar un arma secreta instalada en Ziggurat, el edificio más grande y nuevo de Metrópolis, pero la chica no puede volar ni cambiar de sexo, y es rubia. Es curioso cómo se cambian los colores de pelo de los personajes en este largometraje: Duke Red tiene el pelo blanco, Ken’ichi verde y su tío Shunsaku Ban (o señor Mostacho) el bigote castaño. Destacable es también la presencia y el protagonismo del personaje que conocemos como Lock (o Rock), el del tupé y las gafas de sol, habitual en las obras de Tezuka pero que no aparece ni en una sola viñeta de Metrópolis.

En la película se nos presenta como el hijo adoptivo de Duke Red y persigue incesantemente a Tima para acabar con ella, pues considera que el papel que su «padre» ha asignado a la robot es inadmisible. De hecho su partido, Marduk en la película, no es demasiado amigo de los robots y se dedica a perseguir a los que salen de las zonas que les están permitidas. Mientras tanto Duke Red la busca para los fines para los que la encargó y ella, creyéndose humana como en el cómic, quiere descubrir la verdad sobre sí misma.

Como trasfondo tenemos una trama más profunda que la del manga original, y es que en el futuro distópico en el que se desarrolla la versión cinematográfica de la historia los humanos, en su mayoría desempleados, están hartos de que los robots les quiten el trabajo y del gobierno que lo permite. Manifestaciones, revolución, muertes y paisajes decadentes se mezclan con la modernidad, la pomposidad y la luminosidad de las zonas más ricas en una película como hemos dicho muy diferente del manga en el que se basa, pero que es de todas formas muy interesante y una maravilla visual con momentos a lo Akira (no en vano la escribió Ôtomo) que hay que ver para complementar la lectura del manga de Osamu Tezuka. Si os gustan, además, la forma de imaginar el futuro que tenían en los años 20 del siglo pasado (dicho de otra forma, el futuro tipo Metrópolis de Fritz Lang) y una estética cyberpunk con elementos de steampunk, esta versión os gustará.