Gracias y hasta siempre, Raruto

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El 30 de noviembre de 2005 Jesús García «Jesulink» publicó en un pequeño blog —actualmente con todo ese contenido borrado y sólo un par de enlaces hacía nuevos sitios— el primer capítulo de Raruto, una parodia de Naruto con un dibujo bastante desastroso en aquel momento y un guión tan absolutamente gamberro que era casi inconcebible no seguir leyendo estupefacto ese sorprendente y atrevido humor que, además de parodiar y reírse de todos los fallos de la obra de Kishimoto —aunque siempre desde la muy notable perspectiva de un fan— conseguía ir un poco más allá estableciendo capítulo a capítulo las bases de las relaciones entre unos personajes que poco a poco irían creando sus propias personalidades, perfilándose así como seres ficticios cada vez más alejados de sus respectivos originales y creando un universo propio entorno a ellos francamente disfrutable.

Yo no estuve en ese momento y me fui enterando de ese lapso temporal después: aún sí, llegué en un punto medianamente temprano del proyecto; el suficiente al menos para contemplar, sorprendido, cómo lo que comenzó de una manera sencilla y en una búsqueda idílica de la carcajada más absoluta sin importar demasiado el cómo llegar a ella —ese es probablemente su secreto— había llegado a movilizar a tanta gente y evolucionar de una manera tan significativa: quizá no en su carácter como obra (pues a pesar de la sobresaliente mejora gráfica sigue un compás narrativo muy parecido), pero sí en una no intencionada carrera hacía la consagración como todo un ejemplo dentro de la auto-publicación —no el único, por supuesto— en España, del poder conseguir llegar a cantidades inimaginables de lectores sin contar, primero, con un dibujo demasiado espectacular; y segundo, con unas editoriales cada vez más reticentes a publicar cualquier cosa patria que encaje con el comprador medio de manga: alguien en las primeras etapas de la adolescencia que no lee demasiado más allá de lo estrictamente popular, sea porque no tiene más recursos o porque directamente no conoce obras de otro estilo, pero que por el momento tampoco necesita más para ir perfilando sus gustos. Lectores a los que les queda mucho camino por conocer y más aún por leer.

Raruto ha supuesto, en ese sentido, una especie de acompañamiento en el crecimiento de bastantes lectores (situados ahora al rededor de los quince o los veinte)  sobretodo sirviendo como contrapunto a la obra de Kishimoto, probablemente uno de los mangas con el que más lectores se han iniciado en este país en los últimos tiempos y del que más parodias fallidas hay. Pero también para todos aquellos que anhelan publicar una obra ha sido una demostración clara y directa de que con esfuerzo y talento se pueden conseguir muchas cosas, una especie de maravilloso ejemplo cercano y muy necesario para todos ellos. Raruto ha sido, por la cercanía de todo lo que lo relaciona o lo humilde del asunto, algo mucho más personal y en el que la gente se ha visto envuelta con el paso del tiempo.

rarutoRecuerdo perfectamente que comencé viendo Raruto de casualidad en Youtube como vídeo recomendado; de ahí salté a la web oficial y a mi primer Salón del Manga con Jesulink: mi primer tomo, mi primera firma y el comienzo de una fidelidad bastante absoluta hacía el alicantino y todo lo que supone, en una mezcla de respeto y admiración hacía un proyecto ambicioso, sí, pero también muy paciente, donde parece que ahora todo comienza a dar sus frutos con un despegue más profesional y curtido amparado por un sello editorial propio: 5 Elementos, obra posterior de la que ya hablé aquí, se comercializa en tiendas de todo el país y lleva a cuestas a una buena legión de fans; otros proyectos, futuros, pasados, también parecen ir viento en popa mientras que la llama que lo inició todo hace ya muchísimo tiempo se va apagando poco a poco para ir dejando paso a otras cosas. No se sabe si mejores o peores, pero desde luego no sustituibles para una obra que terminará el próximo fin de semana y que, de algún modo, ha estado siempre ahí. Cuando leía Naruto y cuando ahora leo otro tipo de cosas.

Gracias por todo, Jesulink. Gracias por todo y hasta siempre, Raruto.