Continúa la ronda veraniega en HEM con el tema de las lecturas recomendadas (y ya van tres, oiga). Tras una primera intervención de Sergi y Moroboshi y las últimas recomendaciones Ashita y Calave, recogen el testigo chicomanga y Dorion, el uno con Moonlight Mile y el otro con Adolf, una de las muestras de talento que mejor asentaron el nombre de Osamu Tezuka dentro del universo comiquero.
Dos obras que, en caso de lograr convenceros para que os las compréis, esperamos que os sirvan como algo más que un pasatiempo en esta temporada a veces tan parca de buenos entretenimientos.
Dorion recomienda: Adolf
Desde que en esta santa casa decidimos dedicar parte de nuestro tiempo a recomendar lecturas para afrontar el particular tedio veraniego, la máxima entre mis eminentes colegas de redacción (juas) ha sido clara: ofrecer obras de carácter intimista, de ritmo pausado pero firme, algunas de ellas de duración no demasiado larga y con la evidente intención de hacer que haya una correspondencia clara entre lo que viene significando tradicionalmente la temporada estival y el tono de estas obras –ya sabéis: amores varios, vivir experiencias, echarse unas risas, desconectar la materia gris… esas cosillas–.
Sin embargo, un servidor se la va a jugar y va recomendar una obra que, seguramente, muchos de vosotros desecharéis a las primeras de cambio por lo sangrante que resultará para vuestras carteras, pero la cual pondrá también la nota más oscurilla y puede que menos veraniega a este breve especial: nada más ni nada menos que Adolf, de Osamu Tezuka (AKA el Dios del Manga), un clásico atemporal que no entiende de estaciones.
Por supuesto, no hablamos de una obra económica: como la mayorías de obras “grandes” que han llegado a España de Tezuka, Adolf se vende a un precio de esos que te sugieren que metas primero el dedo gordo para comprobar cómo de fría está el agua antes de lanzarte a la piscina –la edición integral que vende Planeta sale a 40 euros y cada uno de los cinco tomos de la edición “normal” sale a poco más de 11 euros–, pero como todas las buenas cosas en esta vida, Adolf vale cada minuto de tiempo dedicado y, en su caso, cada céntimo pagado.
¿Las razones de esto último? Pues que, en el plano meramente superficial, tanto la tamaña calidad de la edición integral como de la regular valen lo que piden si se aderezan con el estatus de Tezuka dentro del mundo del cómic y hacemos pelillos a la mar con Planeta y su cuestionable política de precios, pero es evidente que la necesidad de leer esta historia “de tres personas que se llaman Adolf”, viviendo cada una “una vida distinta a la de los otros”, trasciende en otros aspectos más decisivos en cualquier gran obra que se precie. Un puntal dentro las pretensiones divulgadoras y artísticas de este mundillo que hace gala de un magno y cuidadísimo ejercicio narrativo, así como de una arrolladora construcción y evolución de la historia y sus personajes que ahonda en el lado más jodido de la amistad, el amor y el deber en los ya de por sí sórdidos contextos del Japón anterior, contemporáneo y posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Sin demasiadas filigranas ni muchas tonterías, y con tan solo unos pocos de los anacronismos habituales en el autor tokiota, Tezuka elabora una obra cuidada al detalle, de rigurosa complejidad moral y fácil sensación de anodinia en sus primeros compases, pero tremendamente contundente en su desarrollo y brutalmente capacitada para hacer que sus muchas impagables e impactantes escenas permanezcan la retina del lector para la posteridad. Dura y fácil que se atragante, pero enormemente satisfactoria en su conjunto y de cuantioso valor narrativo dentro del mundo del manga. Si preferís esperaros a la recientemente confirmada edición en tomo único que prepara Planeta para el Salón, allá vosotros, pero ya estaréis tardando más de lo necesario.
Un clásico imprescindible.
chicomanga recomienda: Moonlight Mile
Moonlight Mile es un manga para recomendar en verano y en cualquier otra estación, su historia se puede disfrutar en cualquier momento. Desgraciadamente en España no ha sabido encandilar al público, quizá por su poco acertada publicidad, enfocada a su aspecto más erótico, o porque los lectores no están interesados en historias complejas. Y es que, lo que al principio parecía una historia de dos amigos muy competitivos, poco a poco, tacita a tacita, se ha convertido en una macro intriga donde ya nada es lo que era, y quien era bueno ha dejado de serlo mientras que los malos no han resultado ser tan malos. ¿O no? Puede que en el siguiente tomo la historia dé otra vuelta de tuerca y todo vuelva a ser diferente, o se rescaten tramas anteriores que parecían olvidadas para volver el argumento todavía más intrínseco. Todo es posible. Lo que empezó como una apuesta por llegar más alto ha llegado a ser política del más alto nivel en el afán por controlar los ricos recursos lunares, y de paso librar antiguas vendettas terrícolas.
No es sólo en sus complejas tramas donde radica el encanto de este manga. Sus personajes están bien elaborados y crecen con el manga. Tienen auténtico carisma, evolucionan con las circunstancias, les cambia el carácter. Aquí no hay adolescentes tontas obsesionadas por el guapito de la clase que mil páginas después siguen siendo igual de tontas repitiendo la misma cantinela una y otra vez. No. En Moonlight Mile se vive. De los dos personajes principales apenas queda nada veinte tomos después, aplastados por las circunstancias y el poder, obligados a hincar la rodilla por proteger lo que más aman. O quizá por propia ambición.
Aunque como decía al principio Moonlight Mile es un manga para disfrutar en cualquier momento, este verano puede ser la ocasión perfecta para comenzarlo o ponerse al día. Su publicación por parte de Ivrea sigue lenta, sólo quedan dos tomos inéditos por publicar para alcanzar el ritmo japonés. Y es que es una de estas historias que gustan y enganchan. Si fuese una serie de televisión estadounidense con actores y actrices de cuerpos estupendos tendría legiones de fans. ¿Por qué no animarse a disfrutar en papel en vez de imagen real?