Kôshien, un sueño para los adolescentes japoneses

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Si os gusta el manga de béisbol (y asumimos que es posible que no porque si el mercado español hubiera abierto los brazos a este género habrían aparecido en castellano muchas más obras de Mitsuru Adachi) es muy probable que conozcáis o hayáis leído la palabra «Kôshien».

La encontraréis en cualquier manga de este deporte, sea de Adachi-sensei (Touch, Cross Game, H2…) o de otros autores, como ocurre con las obras Ôkiku Furikabutte, Major o Rookie, entre muchísimas otras. Incluso puede que la hayáis visto en mangas que no son deportivos, pero en los que aparece de fondo algún personaje que pertenece al club de béisbol del instituto y promete a la chica de turno que «la llevará» al Kôshien.

Pues bien, Kôshien es el estadio de los Hanshin Tigers, popular equipo de béisbol japonés, desde 1936. Sin embargo fue creado en 1924 para albergar la fase final del campeonato nacional de béisbol de bachillerato (que había empezado en los años 10 del siglo pasado), función para la que se sigue usando hoy en día. Es un escenario reconocido por todos los japoneses y como tal también hace su aparición en muchos manga y anime, aunque sea algo breve. No es la torre de Tokio ni el monte Fuji, pero casi.

Situado en Nishinomiya, cerca de Kobe, en la prefectura de Hyôgo, el estadio acoge cada primavera y cada verano la fase final de dicho campeonato juvenil, siendo el segundo el más importante de los dos. Si habéis leído manga de béisbol o simplemente de institutos habréis visto que entre los muchos clubes de actividades extraescolares que aparecen el de béisbol suele ser el más importante, no en vano es el deporte rey en Japón, y como lo que se refleja de la vida estudiantil en los mangas suele reflejarse casi siempre de la misma forma asumiremos que lo hace de forma fiel a la realidad.

Pues bien, imaginaos que esos campeonatos de fútbol infantil patrocinados por Coca-cola que echan de vez en cuando en Canal+ tuvieran buenas audiencias, llenaran estadios de equipos de primera y la inmensa mayoría de la población se los tomara en serio. ¿A que parece impensable? Salvando las distancias eso es lo que ocurre en Japón, donde la gente está pendiente de los avances de su equipo local en las eliminatorias del campeonato previo al propio Kôshien, que no es más que la fase final del campeonato nacional, adonde llegan los mejores de cada territorio. La fase final propiamente dicha, además, se emite en directo por la cadena nacional NHK.

El caso es que todo el mundo se lo toma en serio, tanto los espectadores como los equipos profesionales, que fichan a sus futuras estrellas en base a lo que hacen en ese incomparable escaparate que es el Kôshien (ejemplo de ello es Daisuke Matsuzaka, actualmente en los New York Mets pero que alcanzó la fama cuando su equipo ganó el Kôshien de 1998 y sus lanzamientos no fueron golpeados por nadie durante todo el partido). Y por supuesto los jugadores, para los que llegar al Kôshien (ya no ganarlo, sino llegar a él) es un auténtico sueño, que se podría comparar con la meta de participar en la Champions League para los equipos europeos de fútbol.

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De ahí que en tantísimos mangas el objetivo (la obsesión) sea alcanzar esa fase final, independientemente del resultado de la misma, hasta el punto de que no solo el equipo participante, sino todo el centro educativo, todo el barrio, todas las chicas —que en la visión machista de la mujer que persiste en Japón a lo máximo a lo que pueden aspirar es a que alguien «las lleve» al Kôshien, olvidémonos de que puedan participar por muy buenas que demuestren ser—, se vuelcan en el campeonato, que es sinónimo de verano como lo son las sandías, los festivales en yukata o los episodios de playa y bikinis de cualquier manga y anime estudiantil.

El de primavera, sin embargo, es el llamado «Kôshien invitacional», y tiene menos prestigio que el otro, pues se accede a él, como dice su nombre, por invitación, tras hacer un buen papel (no necesariamente ganar) en la edición anterior. Aun así, ganar los dos en un mismo año es casi un milagro, la guinda del pastel, que solo han conseguido 7 equipos a lo largo de la historia, la última vez el Osaka Tôin en 2012.

Por supuesto no llegar al Kôshien, ser eliminado en cualquiera de las fases que hay que superar para alzarse con el título (sea en el primer partido de las eliminatorias previas o en la finalísima) es una enorme decepción para los jugadores, que lógicamente sienten una gran frustración y derraman amargas lágrimas cuando les ocurre (y cada año les ocurre a miles y miles de chicos).

Además no son muchas las oportunidades de conseguirlo: tal como está montado, formar parte del equipo titular está al alcance solo de los jugadores más veteranos, los de tercer curso de bachillerato (17 años), o algún jugador destacadísimo de cursos inferiores. Contando el Kôshien de primavera, en el mejor de los casos un chico puede participar en el Kôshien hasta 5 veces, puesto que después del verano de tercero, como el curso japonés termina en marzo y en verano del año siguiente ya no estará en el instituto, suele dejar el club de béisbol porque se queda sin objetivos. Y eso suponiendo que esté en un instituto suficientemente bueno como para participar 5 veces seguidas en los Kôshien, cosa que no ocurre desde los años 30, cuando el sistema educativo estaba montado de forma que curiosamente se podía participar hasta 6 veces, lo que consiguieron solamente 2 jugadores. En resumen, lo normal para cualquier jugador de instituto es tener 2 oportunidades de llegar al Kôshien de verano.

Antes de terminar hay que hablar también de casos en los que un equipo ha sido obligado a retirarse del sueño del Kôshien por algún escándalo, y ha ocurrido unas cuantas veces a lo largo de la historia del campeonato, por las razones más diversas: desde peleas hasta crímenes asociados con la escuela, pasando por motivos que escandalizan por el mismo hecho de ser causa de descalificación, como la preocupación por las notas de algunos jugadores, la enfermedad del jugador estrella (¡el colmo!), el consumo de tabaco por parte de un jugador o, agarraos, el ataque de un ex entrenador a un jugador actual o la conducción bajo los efectos del alcohol por parte de un ex jugador (¿desde cuándo eso es culpa del equipo?). No es de extrañar, pues, que los políticos japoneses tengan tanta facilidad para dimitir, algo de lo que los mandamases de otros países tendrían que aprender.

En fin, después de todo esto os habréis podido hacer una idea de lo importante que llega a ser el Kôshien y por qué se nombra tanto, bien en los mangas de béisbol, bien en los que no tienen relación directa con este deporte.