Si habéis leído otras reseñas de obras de Mitsuru Adachi en Hablando en Manga —y es algo que podríais haber hecho perfectamente porque cada vez tenemos más publicadas— quizá os habéis quedado con la idea de que el maestro es bastante prolífico. Nunca descansa, nos regala una gran obra detrás de otra y muchas veces sus títulos en publicación se solapan en el tiempo.
En otras palabras Adachi-sensei, al igual que su colega y amiga Rumiko Takahashi, no sabe estar sin hacer nada, y fue en uno de sus brevísimos descansos entre obras de larga duración que se publicó el manga que hoy nos ocupa, Itsumo Misora, serializado entre 2000 y 2001 en la revista semanal Shônen Sunday y recopilada posteriormente en 5 volúmenes.
En ella dejó de lado el béisbol al que había dedicado 7 años en H2, pero no para cambiar de «deporte» y pasarse al boxeo, cosa que haría después de Itsumo Misora en Katsu! (2001-2005), sino para hacer protagonista a un grupo de estudiantes de secundaria (ojo, no bachillerato) con elementos de fantasía y poniendo el deporte en un discreto segundo plano. Por lo menos el planteamiento era refrescante, pero veamos qué tal el resultado final.
En el habitual entorno de un centro educativo, en esta ocasión el instituto de secundaria Asamidai, Adachi nos presenta a dos grupos de 3 estudiantes que comparten rivalidad a raíz de un incidente ocurrido algunos años atrás. Concretamente, en plenas vacaciones de verano, después de varios piques los 6 se vieron envueltos en un incendio del que salieron con vida y rescatando una reliquia de un templo que resultó ser un monje que les pronosticó un regalo muy especial cuando cada uno de ellos cumpliera 13 años.
Mientras el autor suelta con cuentagotas los detalles de esos regalos especiales, la historia parece orientada a un argumento polideportivo: el instituto ha decidido crear el Rental Club, un club de actividades extraescolares que no se dedica a un deporte concreto, sino a la cesión de sus miembros a los otros clubes deportivos cuando estos lo solicitan. Debido a varios enfrentamientos entre los dos grupos de 3 antes mencionados, el instituto decide «condenarlos» a servir en este club, pero también porque se les han descubierto talentos que pueden servir para varios deportes.
Y cuando ya estamos pensando que Adachi nos lleva hacia un manga de deportes, pero sin ensalzar ninguno en concreto, empiezan a descubrirse los regalos especiales: poderes paranormales que van despertando en los 6 personajes principales el día en el que cumplen los 13, tal como había predicho el monje.
La primera en cumplir los 13 años y en desarrollar el poder es la protagonista principal, Misora Sakajô (sí, es un shônen con protagonista femenina), que adquiere la telequinesis, aunque de una forma no demasiado espectacular, pues solo puede mover los objetos 5 centímetros y si abusa de ellos se queda dormida. Al principio es algo que utiliza en el club de softball al que la destinan, pero resulta que la presencia de distintos deportes (el mencionado softball, el fútbol o el judo, aunque este último no es realmente un deporte) es algo casual, solo introductorio.
Itsumo Misora en realidad gira en torno a esos poderes que se van despertando en los personajes, desde la mencionada telequinesis hasta la capacidad de prever el futuro o el teletransporte, pasando por otros más curiosos y aparentemente poco útiles como la detección de metales, la orientación en plan GPS y la posibilidad de saber con quién se casará alguien mirándole la palma de la mano y siempre que el suceso tenga lugar en los siguientes 3 años. Al lado de Misora está también Bake, un gato parlante (ese es su poder) que al parecer lo sabe todo sobre los poderes y hace de guía de la chica, si bien su comportamiento «humano» tiene la influencia de lo peor de nuestra raza.
A través de pequeñas anécdotas relacionadas con estos poderes, primero en los clubes deportivos y luego en aventuras vividas fuera del instituto, los dos bandos se van uniendo y van superando sus diferencias hasta que el grupo formado por Misora, Jûshirô y Ryûdô por un lado y Miyako, Chiyonosuke y Kôta por el otro se convierte en una sólida pandilla de 6 chicos y chicas donde también hay un pequeño lugar para el amor, aunque en esta ocasión Adachi no lo considera importante y no lo desarrolla, al fin y al cabo tienen 13 años y son japoneses, y por lo menos en el manga —ya lo habréis visto— los estudiantes de bachillerato celebran los 6 meses de relación cogiéndose la mano por primera vez, así que imaginaos en lo que sería nuestro 1º de la ESO.
A medida que los poderes de los protagonistas van aumentando, y aunque no lo parezca, se va desplegando el plan del autor, que incluso cuando nos muestra escenas de Misora en su incipiente carrera como actriz sabe lo que está haciendo, pues todo converge en un clímax en el que está implicado otro chico también con poderes.
Como ya había leído Q&A (que es posterior) confieso que después de 4 volúmenes aparentemente introductorios, donde no faltan las habituales escenas cotidianas y costumbristas, ilustraciones hiperrealistas de calles y patios de instituto y el humor típico del autor, me temía una huída tramposa al estilo de la obra de Mitsuru Adachi que nos trajo Panini, pero en el caso de Itsumo Misora hay que decir que al final todo tiene un sentido y nos deja con buen sabor de boca.
A pesar de ello estamos ante una obra que sí, es entretenida, y en ella se aprecian las habilidades que distinguen al autor, pero también es cierto que está lejos de lo mejor que puede salir de su mente y su pluma. La sensación —a falta de leer algunas de sus obras iniciales, que pueden contradecir esta afirmación, y con la excepción de la genial Slow Step, de 5 tomos— es que a Adachi se le dan mejor las historias largas, donde tiene más tiempo para desarrollar a los personajes y crear momentos de impacto. O quizá es que en 5 tomos quiso condensar demasiadas cosas y tuvo que sacrificar otras. Ello no implica, sin embargo, que no sepa contar historias de esta extensión, solo que está a sus anchas (y eso repercute positivamente en el resultado final) cuando la serie es más bien larga.
Itsumo Misora, disponible en italiano si os interesa y no sabéis japonés, os gustará y está bastante bien atada en sus detalles, pero no dura lo suficiente (o como decía quizá intenta contar demasiado en poco espacio) como para obligarnos a amar a sus personajes y solo profundiza, sin exagerar, en la Misora del título. Y eso es un pequeño punto débil para una obra de un hombre especializado en crear a personajes de lo más entrañables.