Cuando un país como China tiene más de 2000 años de historia (no como país en sí, sino como región), es lógico que tenga épocas muy interesantes para los literatos. Son dos milenios de guerras y acontecimientos, de figuras importantes y descubrimientos. Aún así, al caer tan lejos geográficamente, los occidentales tendemos a conocer poco su historia –y en cambio sabemos de memoria el ascenso y descenso del Imperio Romano–. Pese a eso, hay períodos que son bastante conocidos, como la época de los 3 Reinos, la China comunista de Mao o el período de los Estados Combatientes –o dicho de otro modo, cómo el Estado de Qin logró someter los otros 6 reinos y unificar China–: en el final de esta etapa se centra el manga de Kingdom.
Kingdom es un seinen histórico que se publica en la Young Jump desde 2006, contando con 31 tomos en su haber. Aunque ya lleve varios años en publicación, no fue muy famoso hasta que obtuvo un anime y ganó el Premio Cultural Osamu Tezuka de 2013, todo un premio para el mangaka de Kingdom, Yasu Hirasawa, pues a parte de la importancia de este galardón, Hirasawa es el claro ejemplo del hombre que persigue su sueño pese a todo, ya que trabajó como ingeniero de sistemas durante un tiempo antes decidir que lo suyo era dibujar manga; tras presentar su obra a 12 editores distintos, solo 3 encontraron su trabajo aceptable para, al cabo de un tiempo, comenzar la serialización de esta obra.
La historia de este manga –que además ostenta el récord Guinness por ser el manga más dibujado por más personas del mundo ya que en 2012 unas 1087 personas, bajo el proyecto conocido como Social Kingdom, redibujaron cada una una viñeta del tomo 26, entre ellos auténticas autoridades del manga como Oda o Inoue– se centra en dos hombres: la figura inventada del joven Shin/Xin (probablemente basado en el personaje histórico Li Xin), un ex-esclavo que quiere llegar a ser el mejor general del mundo; y en el Emperador de Qin, Yingzheng, más conocido como Qin Shi Huang, al cual su hermano le arrebató el trono y él tiene que hacer un golpe de estado. Estos dos, que empiezan desde situaciones muy precarias, consiguen ir ganando posiciones gracias a la ayuda de varios personajes.
El punto más destacable de Kingdom es el intento del mangaka de mostrarnos tantos detalles y frentes históricos como sean posibles. Esto supone una buena inmersión en la historia y resta un poco de protagonismo a Shin, aunque claro, el autor sigue una versión de los hechos históricos que puede que diste un poco de la versión que quizás conozcamos, ya que hay mucho puntos en los que los historiadores no se ponen de acuerdo entre ellos por la gran falta de datos.
Aunque el manga sea un seinen por temática y contenido (violencia y sexo), estos están muy diluidos y toda la obra está bebiendo del shonen: Shin y sus compañeros parecen sacados de todos los arquetipos del manga para adolescentes, y aunque esto puede que no termine de gustar, ayuda a una amenización de la historia, fomentando la lectura.
Otra manía del autor que puede que chirríe un poco es la importancia de los generales y comandantes en las guerras. A pesar de presentarnos combates de miles de soldados, estos tienden a ser relleno, solo sirven para ocupar espacio, ya que muchas veces las batallas se resuelven con mano-a-manos entre comandantes: estos, con pocas palabras o acciones, cambian el curso de la escaramuza. Aún así, no sería justo no mencionar Hirasawa hace un trabajo excelente relatando cómo funcionaban los ejércitos, y no se olvida nunca de la infantería, haciendo un buen retrato de la vida de la época. Y a pesar de que las conclusiones de las guerras tienden a ser una resolución individual, hasta llegar a ese punto te muestra todos los movimientos estratégicos que hubieron en la batalla. Es este mix entre exactitud histórica y exageración literaria que hace interesante la historia, y tanto los amantes del shonen como del seinen podrán disfrutar de la obra.
Otro punto a mencionar de la trama de Kingdom es su avance a trompicones: aunque los capítulos tienden a ser densos y a contar muchos sucesos, la historia fluye de forma zigzagueante. El principio es lento y tardará mucho en llegar a la primera batalla del propio Shin: aún con todo, la espera vale la pena, porque luego la historia gana muchos enteros (y hasta que llega a entablar combate ocurren varias situaciones muy interesantes). Otro de sus puntos fuertes es que logra ser muy adictivo sin que tenga una cualidad que resalte por encima de la media. Esto lo consigue mezclando humor, épica y una buena trama en casi todos los capítulos, además de que muchos de sus personajes tienen mucha carisma y te encariñas de ellos muy rápidamente.
Retratados estos, eso sí, de una forma que cuenta tanto con detractores como con partidarios. El dibujo es bastante esquemático y los personajes no son lo que se llama muy bellos, pero pese a no destacar, tampoco es malo. Destaca mucho las increíbles desproporciones entre personajes principales y protagonistas secundarios, al estilo de los shonen de los 90 como El Puño de la Estrella del Norte o JoJo’s Bizarre Adventure.
Como ya decía, la obra cuenta también con dos temporadas de anime realizadas por el estudio Pierrot, estando aún emitiéndose la segunda en Japón y sin saber el número de capítulos que tendrá (ya lleva 19); preferiría no hablar nunca jamás de la primera temporada de Kingdom, ya que es una aberración técnica en todos los sentidos: parecía que el estudio quería desalentar a todos los futuribles fans de la obra con una animación 3D pésima y con unos fondos muy básicos. Lo único agradecido de la primera temporada, eso sí, es la fidelidad al manga, ya que es muy fiel a la obra original (solo aplica un poco de censura con la sangre). En cambio parece que en esta segunda temporada el estudio se ha querido redimir con los fans, siguiendo igual de fiel que antes pero con más calidad: esperemos que esto siga y podamos disfrutar de esta gran obra en sus dos vertientes.