Japón necesita bigotes por correo urgente

mario bros 3

Periódicamente todos nos vemos envueltos en una discusión por nuestra opinión sobre la estética del manga, unos dirán que se caracteriza por los ojos, otros por el pelo, otros dirán que no existe tal estética, y algunos que, siendo tan rico y variado el abanico de posibilidades, es imposible generalizar. No obstante, por mucho que ampliemos el espectro de géneros, sea shonen, seinen o josei, sea ecchi, harem o incluso un manga deportivo, siempre nos encontramos con la misma pega, los protagonistas andan escasos de bigotes. Y no me refiero a bigotes felinos, sino a fuertes, frondosos y varoniles bigotazos capaces de dotar a cualquier mindundi de un potente carisma.

Me cuesta entender esta enemistad de los autores japoneses con los bigotes, cuando está demostrado científicamente (advertencia: puede no estarlo) que los personajes con una espesa capa de vello en su labio superior son los más queridos.

Piensen por ejemplo en Dragon Ball, una serie cuyos personajes eran en su mayoría un auténtico tostonazo. ¿Pero quiénes se salvaban de la quema? Claro está, el maestro Roshi y Mr. Satán, los chicos de oro, los amos del cotarro, los tipos del bigotón. Especialmente a mí Mr.  Satán me encantaba, me fastidiaba incluso no verlo en pantalla, ¿y por qué? Efectivamente, su hipnótico bigote. Y después de todo ambos eran personajes secundarios, el protagonismo recaía sobre Goku, el único personaje capaz de aburrir a las ostras con sus impresionantes poderes.

En defensa de Toriyama hay que decir que Arale sí era una protagonista justificada, el mejor personaje de Dr. Slump con diferencia. Y sin embargo eso me lleva a pensar, ¿no sería aún mejor Arale con un mostacho mexicano?

Inverosímil es el hecho de que ninguno de los miembros de la banda del sombrero de paja lleve bigote, ni tan siquiera una mísera barba desaliñada. «Los imberbes y rudos secuaces de Luffy». No sé ustedes, pero yo no pagaba ni mil duros por sus cabezas. No pueden ser muy malos si se afeitan todos los días.

Más malo era, y más pinta de malo tenía, el Doctor Eggman de Sonic, ¡eso sí que era estilo! Mientras Sonic paseaba de aquí para allá con sus amigos los tontitos, Eggman sometía al mundo con sus bailes y su vello facial dispuesto horizontalmente, sin arquearse, vigoroso y desafiante con la gravedad.

Alex Louis Armstrong de Fullmetal Alchemist, otro secundario con un bigote de oro, rubio de hecho, porque los rubios también tienen derecho a lucirlo. Vale que cuando se echa a llorar puede parecer de la otra acera, ¿pero acaso no era Freddie Mercury homosexual? ¿Y acaso no lo petaba más que todos nosotros juntos? ¡Pues ya está! Cuando luces semejante cepillo sobre tu boca nada puede poner en duda tu hombría.

Sonicchannel_eggman

Repasando casos de personajes a los cuáles una buena alfombra entre labio y nariz les habría venido que ni pintada nos encontramos con un clásico, Kankichi Ryotsu de Kochikame. La idea con Ryotsu era crear un agente de la ley fuertote y alocado, ¡pues leche, ahí hacía falta un bigotazo! O Toriko, un bigardo de tres por tres que se dedica a comerse bichos gigantes, ¿no requiere eso un gato acostado a lo Hulk Hogan? ¡Si son almas gemelas!

A estas alturas ustedes pensarán que, vista la escasa presencia de hombretones, todo lo que venga de Japón es mierda en lata. Bueno, pues prácticamente es así, pero si no fuera por ellos no tendríamos a Super Mario, el más famoso bigote de los videojuegos, este fontanero es la primera toma de contacto de los niños con los mostachos, y esa es una función social que debemos agradecerle. Que ojo, también hay que ser cafre para crear un personaje de semejante éxito y ponerle nacionalidad italiana, espero que despidieran a alguien por eso.

Dicho esto, queda claro que el mundo del manga necesita urgentemente un protagonista con un bigotón de los que hacen época. Creo que hablo por todos cuando digo que nadie lloraría si se cargasen a Naruto para poner a Charles Bronson.