Análisis de Donkey Kong Country Returns 3D

DonkeyKong

Cuando te topas con un juego que realmente desafía tus habilidades y te pone en serios aprietos para pasarte una simple fase te paras a pensar en lo mucho que este factor puede afectar en el todo que supone un videojuego de cara al que sostiene la consola. Donkey Kong Country Returns 3D es ese tipo de juego, donde desde el primer momento se nos pondrá en cierta tensión, demostrando que él no es un plataformas más sino que es, ahora mismo, uno de los plataformas más complejos que se puede echar en cara uno desde hace unos años hasta hoy. Y que seguirá siendo un referente de cómo lo complejo no está reñido con lo divertido durante unos cuantos más, también. Por lo menos hasta que salga una nueva entrega numerada de la saga.

Pero miremos más allá: este sublime Donkey Kong es bastante más que un estupendo port del original de Wii de 2010; es un plataformas perfecto para los que realmente quieren vivir una experiencia dentro del género completa y larga, siempre con una estética cuidada para amenizar esas decenas de intentos en fases a cada cual más complicada y mejor diseñada. Si eres una persona de fácil desesperación o simplemente no tienes la habilidad para afrontar un reto de tamaña dificultad es mejor recurrir a otras cosas más casuales como puede ser el también disfrutable New Super Mario Bros. 2. Ojo, no quiero decir con esto que uno esté por encima del otro, porque realmente, y pese a ser prácticamente iguales en esencia con saltos, coloridos paisajes ambientados en distintas zonas climáticas e ítems por doquier sí que suponen dos experiencias radicalmente distintas.

Cuando uno piensa en un juego de Mario –plataformero se entiende– se suele caer en la acertada visión de un juego no demasiado complicado pero sí muy bonito y divertido. Y es cierto, porque yo soy el primero que disfruta de cada entrega del fontanero. Country Returns 3D es igual de divertido, pero supone otra cosa. Ese grado de dificultad que desprende en cada nivel (hablo del modo que es exactamente al de Wii, porque se ha creado otro más facilón aunque igualmente retante en ciertas ocasiones) lo convierte en otro tipo de reto. Esto no es un paseo, no es a ver cómo hago el salto más alto o qué planta me lleva a dónde. Esto es un voy a intentar por quincuagésima vez ver si consigo saltar de una vez donde toca. Y quieras que no, eso se nota.

91No es un juego para regalar a un niño, es un juego para afrontar a sabiendas de qué va y a qué juega con nosotros el propio Kong. Tampoco nos pasemos: desde un principio nunca se pretende mostrar unas mecánicas especialemnte complicadas en ningún momento. Simplemente unos bordes diseñados al milímetro y unos escenarios que hacen un buen uso de cada elemento, escondiendo donde menos te lo esperas algún tipo de objeto coleccionable (los hay y bastantes), hacen que caigamos una y otra vez en la misma piedra, pero que siempre queramos volvernos a levantar para volver a intentarlo una y otra vez, probablemente animados por esa fantástica banda sonora que escuchamos durante toda la aventura.

Sé que estoy recalcando mucho el tema de la dificultad, el reto que supone, pero es algo tan destacable en un momento de la industria en la que salen tantos juegos de usar y tirar… juegos que rozan la decena de horas y que se pueden pasar del tirón sin ningún tipo de contratiempo. No estoy queriendo decir que todo los juegos de ese estilo estén mal, pero sí que es de agradecer que la creación de Retro vuelva en este 2013 y pegue de nuevo un golpe sobre la mesa reivincándose y demostrando que esa añorada dificultad arcade puede volver. Al menos de vez en cuando y en pequeñas dosis.