Siempre he creído que la gran diferencia entre una buena película y una película más es que, si forma parte del primer grupo, da igual las veces que la veas, siempre logrará producir en ti esos sentimientos que hicieron enamorarte de esa producción la primera vez. No sé cuantas veces he contemplado ya Porco Rosso, pero lo que sí puedo decir es que es una de las pocas películas que me apasionan hasta la adoración, tanto dentro de la animación como en del cine en general.
Esta película dirigida por Hayao Miyazaki, basada en un pequeño manga creado por él mismo para la revista Model Graphix y que en un principio iba a ser un corto para la aerolínea Japan Airlines, nos cuenta las aventuras de Porco Rosso, un héroe de guerra retirado del ejercito que se gana la vida como cazarrecompensas a lomos de su hidroavión de guerra, The Savoia S21. En esta historia llena de política, romances imposibles, comedia, acción y un gran trasfondo histórico, iremos conociendo poco a poco a nuestro fantástico protagonista, convertido en cerdo por una maldición.
Considero Porco Rosso la película más adulta de Miyazaki; con esto no quiero decir que un niño no pueda disfrutarla, pues tiene una abundante comedia y buenas escenas de acción que entretendrán a los más pequeños; pero todo esto no es más que la punta del iceberg de algo bastante más profundo. La obra está llena de tintes dramáticos muy emocionantes, con los que se muestran las consecuencias de la guerra en el interior de las personas y en la economía de un país, tratando un poco la emigración y la falta de trabajo. También abundan los temas políticos, dejando un claro mensaje anti-totalitarista, con frases tan memorables como «Prefiero ser un cerdo a ser un fascista».
Pero aún así, como ya digo, no escatiman en el humor ni en momentos totalmente alegres. Las escenas de aviación son fantásticas y las batallas emocionantes. También me encantó la creación del nuevo hidroavión de Porco, contada con una gran simpatía y con detalles de la aeronáutica muy interesantes.
Porco Rosso no es una película muy larga, tiene tan solo 90 minutos de metraje y por eso su elenco de personajes no es muy grande, pero eso sí, todos y cada uno de ellos están muy bien trabajados, son altamente realistas y tienen un carisma enorme; desde nuestro protagonista Porco, una «persona» de buen corazón pero aficionada a la bebida, a las mujeres y demás placeres mundanos, hasta la enigmática y sensual Gina, pasando por la energética y avispada Fio y por nuestro querido y soñador Curtis.
Aunque dentro de la filmografía de Miyazaki no es muy común ver a protagonistas masculinos –ni mucho menos adultos– o que la historia se desarrolle en un marcos histórico tan exacto, se nota gratamente la firma de su director en cada una de las escenas de la cinta, y es que además de la gran calidad del guión podemos ver muchos de los elementos y temas tan característicos de su cine, como la crítica a la guerra, la fuerza de la mujer, la figura del cerdo… pero en especial podemos ver su amor por la aviación, mostrado continuamente en esta película y tratado de una forma tan brillante que logra trasmitirnos su pasión por las máquinas voladoras.
La animación, como en cualquier película del estudio Ghibli es fantástica, con un colorido increíble y unas escenas tanto paisajísticas como de acción en las batallas aéreas, fabulosas. Pero sí me gustaría profundizar un poco más en la banda sonora; está creada por Joe Hisaishi, compositor que también dirigió las bandas sonoras de muchas películas de Miyazaki. Entre toda la música no destaca especialmente alguna canción pegadiza, pero eso no quita que el sonido durante los 90 minutos que dura la cinta sea fantástico, con abundancia de tonos melancólicos que, a través de las notas de piano y algunas pinceladas de jazz, logran que los sentimientos de los personajes lleguen de una forma directa al interior del espectador.