Los que me sigáis por Twitter sabréis que últimamente ando releyendo Oyasumi Punpun. Lo cierto es que estoy disfrutando mucho más con esta segunda lectura de la obra, dándome cuenta de detalles y sucesos que a priori no les di mucha importancia. Este manga me fascina, lo encuentro magnético, pero a la vez veo que no es muy normal este hecho, lo calificaría dentro de lo que muchos psicólogos llamarían locura. Pero, ¿por qué me gusta tanto? ¿Tengo, como diría Freud, problemas no resueltos con mi padre? ¿Acaso tengo un exceso de catecolaminas y verdaderamente estoy desequilibrado? Yo creo que no. Entonces, ¿por qué Punpun me atrae como si yo fuera un cuerpo celeste a la deriva espacial y entrara en el campo gravitacional de un coloso?
Si tuviera que empezar por algún punto, este sería el espacio: Asano despliega un dibujazo en esta obra que da miedo de lo bueno que es. Cada vez que se digna a reproducir el cielo estrellado debo detener la lectura y contemplar durante unos instantes la escena que me presenta, me quita la respiración. Siguiendo en esta línea gráfica, sí que es verdad que Asano tiene un dibujo real y muy bueno con los fondos; de hecho cuando decide dibujar seres humanos diría que va más allá de lo real, tiende al hiperrealismo (parafraseando a Marc Bernabé). Esto, junto a que suele dibujar todos los figurantes un poco (muy) feos, hace que sean más bien grotescos, que den miedo. Vamos, que si me encontrara por la calle un titán y un personaje dibujado por Asano, me lanzaría de cabeza a los brazos del titán. Además, cuando quiere nos presenta páginas llenas de escenas que solo pueden haber sido dibujadas si el autor se ha metido un kilo de sustancias psicotrópicas.
Y lo más atractivo del dibujo de esta obra, es que de entre todo este popurrí de realismo e hiperrealismo, nos encontramos un pollito, mal dibujado, brillando con luz propia, destacando. Fuera de lugar. Este pollito es Punpun, y este manga es su vida. Asano nos quiere explicar la vida de un niño cualquiera, desde su más tierna infancia hasta su edad adulta.
Hay algo que no termina de conectar en la mente de este hombre, porque una historia llena de abusos, depresiones y putadas de todo tipo nos espera. En el mundo de Asano nadie es normal, todos tienen algún defecto u otro. Decir que todos ellos tendrían una celda reservada en un centro psiquiátrico en condiciones normales no es exagerar mucho. El mangaka lleva hasta lo imposible las relaciones humanas para reflexionar sobre ellas y la sociedad. ¿Qué es la moralidad? Nada más que un invento del hombre. ¿Merece la pena vivir? ¿Se puede perdonar completamente a otro? ¿Qué venganza es la más cruel? ¿Estás dispuesto a dejar tu vida a las manos de la persona a la que quieres? ¿Eres raro si no quieres a tus padres? ¿Por qué hay niños que crecen mucho más deprisa que otros? ¿Qué hacer cuando tienes un amor no correspondido? ¿Piensan todo el rato los adolescentes con el sexo? La familia de Punpun se verá envuelta de un modo u otro en todas estas preguntas, y como pollos sin alas, se verán atrapados por ellas y no podrán volar libres, están desconectados de la sociedad y se sienten impotentes.
Dibujar la familia Punyama/Onodera como aves sin alas es una metáfora muy elaborada, porqué la gente que está dentro de la obra los ve como personas normales, de carne y hueso. Este es otro de los atractivos de la historia, hemos podido ver varias partes del cuerpo de Punpun de una forma «normal», pero no aún su rostro. ¿Nos mostrará Asano la cara de Punpun en el último capítulo? ¿Qué aspecto tendrá nuestro protagonista? Todas estas preguntas y muchas más surgen al leer la obra. Porque como que el foco no está centrado todo el rato en nuestro protagonista, se despliegan una gran cantidad de historias paralelas y entrecruzadas, dando profundidad argumental al manga. Asano no quiere que este manga sea una interacción obra-lector, sino que hace que te sientes a leer y poco a poco va bombardeándote con ideas rompedoras, descuadrando tus esquemas mentales y luego pasando a otra cosa. Consigue tratar temas muy complejos y aún así mantiene una historia muy simple y fácil de seguir. Simplemente es un genio.
Pero teniendo en cuenta que todos estos dilemas filosóficos aburrirían a muchos lectores, ¿qué otros factores ayudan a la adicción? Uno de estos factores es el morbo. El viejo y querido morbo se encuentra muy a gusto en esta obra, y este es un claro factor de éxito. El otro es el humor; Asano despliega un humor muy negro y no apto por todos los públicos, que si te gusta, te encantará. Y si no… puede que lo odies. Siguiendo su particular sentido del humor, nos dibuja un mundo real pero a la vez anormal, con situaciones atípicas. No creo que sea normal esa superpoblación de negros de dos metros que hay en la ciudad, o que te encuentres personas encerradas en un armario porque sí. Todo esto ayuda a crear esta sensación de que la realidad de Punpun está envuelta en una aureola de locura.
Oyasumi Punpun es un grandísimo seinen de estos que escasean en nuestro mercado, y es una lástima que no esté disponible en castellano. Ojalá algún día alguna editorial este lo suficientemente loca como para atreverse a llevar a España otra vez a Asano, tras el fracaso que supuso para Ponent Mon Nijigahara Holograph. En Japón ya se ha anunciado su fin, y terminará con pocos tomos, unos 14. Soñar es gratis.