El otro día fui a la tienda ansioso por mi ración de Hunter x Hunter del mes. Sí, no soy muy de leer en el ordenador y la estoy siguiendo en tomos tal cual la va publicando Panini, y la verdad es que me está gustando mucho lo que leo, sobretodo este séptimo tomo que me parece que nos muestra un clímax importante y que encima nos demuestra que el autor es auténticamente genial.
Comencé a leer Hunter x Hunter por varias razones. Para empezar porque el precio que le puso Panini a ese primer tomo me parecía ya no solo como para comprar uno o dos, sino tres. O tres mil. El caso es que entre eso y las constantes recomendaciones de unos y otros acabé picando con un primer tomo que me dejó muy buenas expectativas. No tenía un dibujo especialmente trabajado –aunque sí resultón– y de buenas a primeras el guión no era nada del otro mundo. Aún y con todo, desde el primer momento supo incitarme a estar ahí cada mes para comprar el siguiente tomo. Quizá fueran sus personajes o quizá el hecho de que, vaya, todo lo referente al examen estaba emocionante. Pero ahora que miro estos siete meses atrás, me fijo en que casi sin que yo me diera cuenta había ahí un tema que Togashi había tratado desde el primer momento. Sí, la relación de Hisoka y Gon.
Nos lo habían dejado claro desde un principio; el joven protagonista no podía hacer frente al caballero pelirrojo. Hisoka era claramente superior y no había nada que fuera a indicar que el tema pudiese cambiar en breve. Esta relación, la de auténtico miedo de Gon hacia el tipo que podría matarle en cualquier momento y que lo deja vivir por pura excitación (o visto de otra manera, la de Hisoka permitiendo vivir a Gon pensando en lo fuerte que se hará el día de mañana), es cuanto menos curiosa. Quizá en un primer momento no nos demos cuenta de su realmente importante función, pero este último tomo ya nos deja el, hasta el momento, acto más emocionante del manga: la confrontación de los dos en la torre.
Togashi juega bien sus cartas, pues no los deja en vano para el último momento, permitiéndonos ver como Gon descubre todo lo referente al nen y Hisoka sigue tan letal y frío como al principio para acabar con un combate que da un punto final a la saga de una manera especialmente buena.
No sé qué pasará a partir de aquí, ni cómo se desarrollará todo. Quizá me esté imaginando cosas que no son, pero lo que sé seguro es que, sea a conciencia o de manera fortuita, Yoshihiro Togashi ha conseguido hilvanar una relación muy bien llevada y que seguro dejará momentos auténticamente locos en los tomos que nos quedan por ver aquí.