Guía para convertirte en el perfecto fanfiquero, eficacia no demostrada

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Hasta hace cosa de unos meses un servidor no había leído nunca un fanfic, y ciertamente vivía muy feliz. A día de hoy lo cierto es que sigo sin haberme leído ninguno entero, pero sí que me he aventurado en muchos de ellos. Tanto es así, que puedo afirmar con total seguridad que me provocan un ataque de mala uva casi instantáneo. Pero claro, yo soy un extravagante que no gusta de nada, a los buenos otakus, los fanfics son una cosa que les maravilla.

Los fanfiqueros, o como quieran ser llamados, ocupan el último puesto del escalafón en cuanto a «gente que escribe cosas» se refiere, incluso por debajo de los bloggers. A pesar de este hecho, en internet se cuentan por miles, y lo que es peor, ¡la gente los lee! ¡Inaudito oiga! Deduzco pues que el fanfic es un arte casi vanguardista, que la gente llana no es capaz de entender, pero que cierta élite social goza sobremanera.

Se estarán preguntando en qué consiste un fanfic. Es bien sencillo, la creación de un fanfic trata a grandes rasgos de que tú coges una historia ya creada, y… eh… la destrozas. Al fin y al cabo lo importante de la historia son los personajes, y en ellos vas a basar tu relato. En definitiva, los fanfics son historias hechas por ineptos fans, y para ineptos fans.

En esta guía que nos ocupa, me gustaría daros unos consejos a aquellos que hayáis pensado comenzar a escribir uno de estos terribles, insisto, terribles spin-offs no oficiales.  Os aseguro que si seguís estas sugerencias os convertiréis en fanfiqueros de éxito, aunque, por descontado, perderéis vuestra dignidad como seres humanos.

1. Elección del tema.

Si visitamos una página como por ejemplo la ínclita Fanfic.es, nos damos cuenta de que la temática de nuestro fanfic puede ser muy variada: manganime, literatura, música, baile regional, etcétera. De forma que podemos hacerlo sobre casi cualquier tema que nos apasione. Primer error.

Esa es la teoría amigos, la teoría. Todos sabemos que si quieres que la gente lea tu fanfic tienes una opción, anime (¡primer acierto!), y si es Naruto o One Piece mejor que mejor, que tampoco estamos para andar rebuscando al público. Y es que si lo haces sobre La regenta de Clarín, sobre Camilo Sesto, o sobre Johnny Guitar, pues no te vas a comer un rosco. Claro muchacho, ¿no te das cuenta de que así no se puede?

2. La idea del fanfic.

Un fanfic es una historia alternativa a la real hecha por un aficionado. Así pues, debemos ir con cuidado a la hora de elegir qué trama vamos a ofertarle a nuestros lectores. «Ya sé, será un crossover de One Piece y Naruto dónde Luffy se enfrenta a Akimichi Chouji en una pelea a ver quién come más.» (¡Segundo error!).

Mira, yo no he visto más de dos capítulos de Naruto en mi vida, y hasta he tenido que buscar el nombre del gorderas para ponerlo aquí, pero hasta yo sé que la gente no va a querer leerse eso, por mucho que lo escriba el mismísimo Paul Auster – bueno, si lo escribe el tío este quizás más de un fan-lector enfurecido sí que lo lea, porque todos sabemos que Auster sólo escribe obras maestras, ¿verdad?–.

«Don Quijote iba a ser un fanfic del Cantar de mio Cid, pero claro, yo tenía talento».

Lo que la gente va a querer es que salga Sasuke porque, metafóricamente, está «to weno», o Nico Robin interpretando a una doncella de carnes firmes. Eso es lo que ellos llamarían ecchi y lo que yo llamo estar un pelín enfermo, pero vaya, este es otro tema. Una trama válida serían estos dos, semidesnudos, liándose a palos con alguien al que todo otaku odie, como por ejemplo los ex-editores de OrangON. Segundo acierto.

¿Cómo dices? ¿Que con un relato por escrito no vas a excitar a ningún preadolescente sobrehormonado? ¡Ay, chaval! ¡Tú no tienes ni idea de la vida!

Finalmente, entre los mejores fanfiqueros, lo último de lo último es incluirte a ti mismo en el fanfic, no sé, a lo mejor llevándote al huerto a una jamelga pirata – ¡ay qué rica!–, o luchando contra los villanos en un intento de quitarle protagonismo al héroe del anime de turno. Y es que fusiones así entre realidad y ficción están al alcance de muy pocos, hay que ser un visionario de tres pares, como Unamuno.

Aviso, es muy importante registrar tu fanfic bajo una licencia Creative Commons, no vaya a ser que una historia tan genial te la plagien, saquen una película, y tú aquí sin ver un duro por tolai.

3. La estructura.

La estructura es una parte muy importante del fanfic, no puedes poner las cosas como te venga en gana… bueno sí, puedes y debes de hecho. Lo primero que tienes que tener en cuenta es que a la gente le aburre leer un párrafo entero sin puntos y aparte, así que lo ideal es que el 90% de tu fanfic sean diálogos para hacerlo más ameno. Pero tampoco te pases, un diálogo demasiado literario puede resultar incomprensible para tu lector medio. Guión, frase y punto. Guión, frase y punto. Repetid conmigo: guión, frase y punto.

¿Cómo dices? ¿Que queda fatal? ¡Ya sé que queda fatal! Pero eso no importa, lo importante es que sea claro, conciso y en ningún momento ambiguo. Como mucho, si eres un escritor nato, te puedo permitir que añadas un «dijo fulanito» al final de cada intervención, para orientar ligeramente al lector. Pero vamos, que tampoco es necesario, con que tú sepas por dónde van los tiros ya es suficiente.

En cuanto al diez por cien que nos va a ocupar nuestra narrativa, sobra decir que totalmente anti-tolkiana, debemos ayudar al lector a desahacerse de ella rápidamente. ¿Esto cómo se hace? Pues creo que la respuesta es obvia, con una total ausencia de signos de puntuación, porque ¿quién quiere parar a respirar cuando puede acabar de leer diez segundos antes? Ya sabéis, ni comas, ni puntos, ni mucho menos mariconadas complutenses como los dos puntos o el punto y coma, joder, ni que esto fuera Osfor.

4. La ortografía.

Vamos con la parte menos importante de nuestro fanfic, tan poco importante que nadie se dará cuenta si la mutilamos, violamos y humillamos, ¡chúpate esa ortografía del demonio!

Cuando nuestro lector objetivo sale del colegio no viene a nosotros para que le demos una clase de aburrida gramática española, sino que viene buscando alguien que compense con creces el buen hacer literario de sus profesores y re-incline la balanza hacia el lado de la dejadez y el esemesismo. Por ello, es importante realizar nuestro mejor esfuerzo por destrozar todo aquello que la palabra «lenguaje» representa.

Un truco muy usado entre los mejores fanfiqueros es no mirar el teclado mientras escribes, ni la pantalla. Así conseguimos que nuestra escritura se libere de los grilletes del sentido común y abrace el dulce caos del analfabetismo.

Mención a parte merecen las marcas de oralidad, es de vital importancia dejar claro en todo momento si somos argentinos, mexicanos, murcianos o ciborgs mediante el uso de expresiones típicas y ortografía endémica. Así pues, si Luffy tiene que decir «Illo Zoro pasame un par de manzana k man’trao ambre.» pues lo dice sin mayor problema; y si Naruto nos salta con un «Me da weba platicar contigo, bamos a lansarnos suriken.» pues así se queda, porque así hanlaría Naruto si fuese de mi ciudad, ¡leches ya! ¡Dejad de ponerle pegas a todo!

Eso sí, con los nombres de los personajes ni una falta ni media ¡eh!, que los lectores para eso son muy sentidos y como pongas el apellido en lugar del nombre y el nombre el lugar del apellido, ya puedes correr a buscar asilo en los Brasiles.

En resumen, el valor de un fanfiquero se mide por el nivel de sus lectores, si los tuyos necesitan una licenciatura en traducción y un máster en criptografía para entenderte, es que vas por buen camino.

5. El Final.

«Esto lo tengo claro, meto un giro argumental al final y el amigo del protagonista se descubre como el líder de la facción rival, dando lugar a una épica batalla de traiciones y amistades.» ¡Todavía no has entendido nada zagal! Anda, déjame a mí que andas más perdido que Remedios Cervantes en… cualquier sitio.

Crepusculo

«Serán tres libros, habrá un vampiro y una chica y… bueno, ya veré que se me ocurre cuando haya escrito el primero.»

El final de un fanfic tiene que ser un final abierto, ¿comprendes? Y cuando digo abierto no me refiero a que dé pie a diversas interpretaciones, o a una segunda parte, ¡no!, quiero decir que lo cortes más en seco que la versión española de Cheers.

Un final abrupto te garantiza un aluvión de comentarios del tipo «No sé si has dejado la historia a medias pero estaba muy interesante, continúala pliiis.», con un número de is variable en el intervalo [2,∞). O el aún más típico «Muy bueno, ¡espero leer el siguiente capítulo!», porque sí, siempre hay algún despistado que no se da cuenta de que el autor publicó aquello en 2009.

Al fin y al cabo lo que queremos es eso, ¡que nos supliquen que volvamos!, aunque finjamos que ya ni nos acordamos de que iba el tema.

Dejar de publicar en medio de un combate a muerte entre los protagonistas es un clásico que nunca falla, dejándolos pelear por toda la eternidad, en un bucle infinito de guantás. Del mismo modo, también es un hecho recurrente el abandonar un fanfic cuando se llega a la mitad de la historia, porque claro, nunca te planteaste cómo acababa la trama, simplemente te lanzaste a escribir como poseído por los espíritus de Stephenie Meyer o J.K.Rowling.

A modo de ejemplo, ésta es la forma correcta de final…

FIN.

Espero que hayan aprendido los cinco trucos básicos para hacer un fanfic de éxito, un terrible, insisto, terrible fanfic de éxito, ahora sólo cojan su teclado y pónganlo en práctica. Cuando lo terminen, cuál proyecto de final de carrera, no duden en hacérnoslo llegar, que seguro que lo leeremos a conciencia, hasta que nos sangren los ojos y esputemos bilis.

¡Salgan a la calle! ¡Que todo el mundo vea su arte! ¡Triunfen! De aquí al estrellato hay sólo un paso. Quedan ustedes Licenciados en Fanfiquismo por la universidad de Hablando en Manga. Ahora bien, si preguntan, ustedes digan que no estudiaron aquí.