Saint Seiya #16 Guapos contra feos

ss16Está claro que los personajes de Saint Seiya, además de aparentar bastante más edad de la que tienen (especialmente los Caballeros de Bronce, que se nos dice que rondan los 13 años), están diseñados para que pensemos que todos los adolescentes valerosos tienen la piel fina y rasgos más bien femeninos. Hay excepciones, claro, pero ya me entendéis. Los Caballeros de Oro, que ya son mayores de edad, acentúan esta impresión, y nos damos más cuenta de ello cuando los contrastamos con según qué enemigos. Porque en este decimosexto número de Saint Seiya sigue, para alegría de los que nos quedamos hastiados con la saga de Poseidón —que no aportaba nada y encima era redundante—, el enfrentamiento entre los Caballeros de Oro y las hordas de Hades. Seiya y sus amigos tienen aquí una presencia testimonial, a excepción de Shiryû, que anticipa el por otra parte previsible regreso del cuarteto protagonista al primer plano de la narración en tomos posteriores.

Y entre las hordas de Hades están los Caballeros de Oro resucitados, que son atractivos, pero también los 108 Espectros, muchas de cuyas armaduras se basan en animales e insectos menos agraciados, y sus portadores no son, a veces, mucho mejores. Es una curiosidad, simplemente, pero se cumple el tópico de feos = malos y guapos = buenos o buenos en potencia. Tampoco es Saint Seiya una obra que trate con demasiado esfuerzo de huir de los tópicos, todo hay que decirlo.

Volviendo a la faceta argumental, lo cierto es que los enfrentamientos entre dos facciones del enemigo, sumados al hecho de que los Caballeros de Oro resucitados originalmente protegían a Atenea y no querían matarla como ahora, da lugar a la confusión en algunos momentos, porque acabamos viendo Caballeros de Oro contra Espectros, pero también Caballeros de Oro contra Caballeros de Oro, y recordamos que en la primera saga de esta mítica obra los Caballeros de Bronce, los «nuestros», se enfrentaban a ellos, con lo que de vez en cuando tenemos que hacer un repaso mental de dónde nos encontramos y qué caballero quiere qué. De momento disfrutamos combate tras combate, por desgracia sin variar el esquema de uno contra uno (cuando hay equipos los miembros que «sobran» se quedan mirando o se van), pero sigue siendo una trama interesante si nos olvidamos de los comportamientos poco creíbles en general —que es un mal de la propia obra desde el principio— y nos fijamos en que ya llevamos bastantes páginas protagonizadas por personajes que hasta hace poco habían tenido papeles muy pequeños.

Incluso el viejo Tong-Hu, el menos atractivo de los Caballeros de Oro por cuestiones obvias —aunque podríamos cambiar de opinión—, se arremanga en este volumen. Solo por eso ya merece la pena.