En junio del que está a punto de llamarse «el año pasado» anunciamos con alegría una noticia de la que no enteramos por casualidad, preguntándole a Astiberri por otra obra. No fue un anuncio, pues, a bombo y platillo, pero los fans de Osamu Tezuka nos emocionamos al ver que llegaría otro de sus gruesos volúmenes por parte de una editorial orientada al lector gourmet, tal como había pasado con El libro de los insectos humanos. Alabaster se convertiría, pues, en el segundo título del Dios del Manga que llevaría el sello de la editorial vasca, y esperamos que no sea el último.
En su día el compañero chicomanga ya hizo una reseña de esta obra, basándose en su edición francesa, por lo que sin dejar de dar un nuevo punto de vista hay que comentar, necesariamente, la edición española. Como es habitual en el caso de Astiberri, y en el fondo mejor para todos porque nos gastamos el dinero de golpe, Alabaster nos ha llegado en un grueso volumen de casi 500 páginas y tamaño B5, cubierta en rústica (tapa blanda) con solapas, es decir exactamente el mismo formato que El libro de los insectos humanos, obra con la que es inevitable comparar esta porque comparten autor, demografía e incluso editorial que las licenció en castellano.
Como es habitual en los seinen de este señor, sin embargo, originalmente tuvo 3 tomos recopilatorios de grosor estándar, a su vez nacidos de la serialización en la revista semanal Shônen Champion entre 1970 y 1971. Eran los primeros 70 unos años en los que a Osamu Tezuka le dio por dibujar muchas obras de este tipo, seinen oscuros que le permitieron recuperar el respeto de aquellos que se habían cansado ya de títulos más infantiles y comerciales como Astroboy. Es por ello que el formato elegido por Astiberri es el más adecuado para el tipo de público que se puede sentir atraído por una obra de estas características, un público lector de cómic no necesariamente manga. Por suerte, a pesar de ello, Astiberri ha vuelto a apostar por el sentido de lectura oriental y el respeto al dibujo dejando las onomatopeyas y traduciéndolas, en pequeñito, fuera de viñeta. Todo un acierto en este sentido.
En cuanto a la obra en sí, Alabaster es la macabra y angustiante historia del personaje del mismo nombre, un ex atleta abandonado por su novia, en teoría por ser negro —si bien este aspecto, al menos en la traducción, solo es una conclusión a la que llega el propio protagonista, llamado inicialmente James Block—, que después de intentar volverse invisible con la ayuda de un científico loco acaba siendo transparente y, por lo tanto, se convierte en un monstruo.
Asqueado por sus circunstancias personales decide vengarse de la humanidad argumentando que lucha contra la hipocresía de las personas que son bellas por fuera pero están podridas por dentro, y para ello se sirve de un pequeño ejército con el que siembra el caos por todo el mundo usando una pistola con los mismos rayos que le dejaron a él como está. Hay que destacar la importancia del papel de Ami, una niña nacida invisible que se convierte en el ojito derecho de Alabaster y por la que se sienten atraídos varios personajes más.
La premisa, la ejecución de los acontecimientos y una narración claramente enfocada a la acción y el impacto hacen que Alabaster sea desde el punto de vista argumental más ingenua y menos trabajada que otros seinen del autor, pero no vayamos a pensar que está trufada de elementos humorísticos de los que sirven para rebajar la tensión (aparte de algunas apariciones del entrañable cerdo de peluche Hyôtantsugi) y que tanto abundan en la obra de Tezuka, no. Alabaster es bastante dura y ocurren cosas que nos recuerdan que nada tiene que ver con la mencionada Astroboy, La Princesa Caballero y otros mangas infantiles. Cosas agravadas por el hecho de que, si hacemos cálculos sobre la edad de los personajes y el aspecto que tienen, hay algo que no cuadra y en lo que a Tezuka se le fue la mano. Pero no entraremos en spoilers.
Si no somos muy quisquillosos ni buscamos un guión bien atado, realista, verosímil y coherente, Alabaster nos parecerá una obra más que entretenida, y sin ser lo mejor del Dios del Manga sí tiene algo bastante original: su protagonista es directamente malvado —por mucho que inicialmente simpaticemos con su situación y algunas de sus reflexiones—, ni siquiera se puede considerar un antihéroe, pero es que además tardaremos en encontrar a un personaje que podamos considerar bueno. No es precisamente un cómic que termine con un mensaje de esperanza y nos deje con un buen sabor de boca.