Primeras impresiones de Opus

opus konQue Planeta apueste por los manga de Satoshi Kon debe ser motivo de gran júbilo y alegría para aquellos lectores que amamos el seinen y, dentro de éste género, el espectacular universo del autor. No sólo porque podemos disponer de la vertiente mangaka de este genial director de animación en nuestro mercado sino porque, de alguna forma, podemos volver a saborear ese estilo manga de los noventa que ya comienza a perderse entre tanta obra comercial. Opus comenzó a serializarse a mediados de los noventa, pero una serie de problemas editoriales llevaron a que no tuviese un final completo (tan sólo unos bocetos y notas sobre el desenlace que veremos en el segundo tomo).

La trama que nos plantea Opus se desenvuelve en torno a la figura de un mangaka inmerso en el desarrollo final de la historia que lleva tiempo publicando, justo en el cénit del éxito de la serie. Es difícil encontrar un buen final para una historia sobre la que todos tienen fijada la mirada.

La presión editorial, instigada por las opiniones del público, puede chocar con la creatividad propia del artista que, presionado, debe dar un esfuerzo extra, casi titánico, para acabar su serie de la mejor forma posible. Es en esta situación cuando Chikara Nagai, nuestro protagonista, se sumerge tanto en su propia obra que, literalmente, acaba dentro de ella.

Lo que en un principio parece un sueño hecho realidad para Chikara pronto se torna una pesadilla cuando comprueba, de manera directa, que los personajes que él mismo ha creado tienen conciencia propia y no asimilan la idea de formar parte de un manga. Es en este momento cuando la realidad de esos personajes se desvanece, con todas las consecuencias que eso conlleva, y comienza la auténtica historia de Opus. Formando parte de la propia obra, Chikara deberá aliarse con Satoko, la protagonista de su manga que, en plena crisis existencial, tiene que evitar que la secta controlada por “El enmascarado” domine el mundo.

Opus es un meta-manga -una meta-ficción- realmente interesante que postula sus temas centrales en torno a las constantes temáticas que suele desarrollar Kon: la incógnita de la auténtica realidad y las crisis existenciales y de identidad. Por supuesto, resulta una historia perfecta para los amantes del thriller psicológico más reflexivo que plantea, constantemente, la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si, de repente, te das cuenta de que realmente existe una especie de ser superior que ha creado, y controlado, todo lo que has vivido? ¿Hasta qué punto puede esa entidad controlar tu destino? Un excelente manga que plantea, de una manera realmente original y visual (al estilo Otomo, no por nada Kon fue uno de sus ayudantes), estas y otras preguntas en torno a la obra de un mangaka bajo presión y la distópica e intricada historia de intrigas, poderes sobrenaturales, sectas y drogas que él mismo ideó y de la que ahora también forma parte. Espero impaciente el siguiente volumen.

P.D.: Para los seguidores de Satoshi Kon ¿Cuántos detalles autorreferenciales sois capaces de ver en Opus? ¿Alguien se ha fijado en el fósil que aparece en una de las viñetas del manga?