Con este noveno tomo se rellena el cofre que regalaba Norma de I am a hero, y es buen momento para divagar un poco sobre el manga. Es común que después de tantas páginas algunas historias caigan en la rutina, sobre todo si la gracia del manga es epatar al lector. Y a I am a hero esto le está pasando un poquito. Cierto es que tras su espectacular comienzo, con una de las mejores historias de amor de los últimos tiempos, tenía complicado mantener el ritmo y seguir ofreciendo situaciones apabullantes.
También existe el riesgo de que tanta situación brutal canse al lector. Sea como fuere, la trama avanza. Tras el asunto del centro comercial Hideo pone rumbo con dos chicas en busca de un hospital sin tener ni noticias ni informaciones veraces de lo que está pasando, y claro está, allá donde paran tienen compañía. Pero Hideo ya no es el imbécil del comienzo del manga, ha pasado por muchas situaciones peliagudas y ha conseguido dominar sus miedos, al menos un poco.
Evidentemente, el que es imbécil es imbécil, y el pobre chico se sigue metiendo en la boca del lobo, como en este tomo, donde tiene que hacer frente al mejor zombie de todos los vistos hasta el momento.
Los mangas de tantas páginas también han de sortear otro problema para seguir reteniendo el interés del lector: un objetivo final, por muy vago que éste sea. ¿Tiene la historia de Kengo Hanazawa un propósito concreto? Primero era huir hacia un lugar seguro, luego proteger a la colegiala, ahora encontrar un hospital… Da la sensación que esta road story va a durar hasta que el cuerpo aguante o las ventas bajen y termine con un final precipitado o extraño, al estilo de Dragon Head o Gantz.
Sin embargo, a pesar de estos factores tan pesimistas, hay motivo para esperar buenos momentos con I am a hero, y es que este mismo tomo 9 incluye al comienzo una historia paralela a la trama principal desarrollada en Taiwán, donde la amenaza zombie está empezando a extenderse también, pillando de improviso a un editor de manga en un viaje de documentación con una autora. La singular relación entre ambos ya tensa bastante el ambiente. Un mordisco hará el resto.