Master Keaton #12 Conclusiones generales

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En mis impresiones del undécimo tomo de Master Keaton, empezaba comentando que su lectura se había vuelto un proceso rutinario, que el binomio capítulo-aventura nueva creado por Urasawa no era innovador, pero sí muy entretenido. En este último volumen, sin embargo, todo empieza a coger tintes de finalidad y hasta en algunos momentos, de fatalidad. Urasawa pone la directa y decide encauzar la trama y dirigirla a un final, un final que nosotros necesitamos y los protagonistas merecen tener. A lo largo del tomo se van definiendo futuros, primero el de Yuriko, luego el de su abuelo, el de la agencia de detectives y finalmente el de Taichi Keaton. Aunque no sería Master Keaton –y por supuesto no sería Urasawa– si la historia no se despidiese por la puerta grande, con un clímax final digno de su pluma y de la serie. Si tenéis alguna noción de las obras posteriores que ha escrito, y es muy posible que las hayáis leído, puede que disfrutarais tanto como yo este final, no solo por la historia per se, sino porque Urasawa aquí ya planta un germen, empieza a desarrollar una idea, un modo de concluir historias que irá repitiendo luego.

Sin entrar en detalles, el crescendo continuado que aplica a la historia para concluir con un fortísimo es firma de la casa, y lo suele acompañar con unas últimas páginas pianas que cierran (o entrecierran) la historia. Disculpad las analogías musicales, pero es la impresión que me ha dado este tomo, el final de un concierto orquestal donde en vez de terminar un solista, se juntan varios personajes para hacer una historia coral.

Master Keaton termina bien, con un final feliz para todos y lo suficientemente abierto para que la publicación de Master Keaton Remaster no nos parezca forzada (ojalá nos llegue, ya lo digo yo ahora). Echando la vista atrás, considero la serie como un punto de partida para Urasawa, un lienzo de experimentación donde saldrán muchas ideas y patrones que repetirá a futuro a lo largo de su carrera, puliéndolos con los años y la experiencia. Es una declaración de intenciones y una carta de presentación amena, entretenida y placentera, sin muchas pretensiones pero inconformista en el sentido que intenta como mínimo dejar una moraleja final en cada historia, para intentar que el lector reflexione sobre lo que ha leído. Una forma agradable de adentrarnos y bucear en la historia contemporánea de Europa, aprendiendo a la par que leemos, siendo más críticos con nuestros antepasados y valorando lo que hemos heredado.