Pese a que oficialmente el otoño ya ha empezado, la temporada de verano está dando sus últimos coletazos de vida y las series que se han emitido durante este tiempo están terminando. No nos centraremos en evaluar extensamente la temporada de verano –una temporada bastante floja dicho sea de paso, como viene siendo la tónica durante los últimos años– sino que nos fijaremos en uno de los anime que estaba destinado a, si no triunfar, tener mucho protagonismo. Hablamos obviamente de Zankyou no Terror; la ecuación compuesta por el director Shinichiro Watanabe, con el estudio MAPPA, auguraba para muchos un futuro prometedor, más aún si añadíamos factores como Yoko Kanno a cargo de la banda sonora en la mezcla.
Desgraciadamente, al final el producto resultante no ha logrado satisfacer las (mis) expectativas creadas: la serie ha resultado ser una historia mediocre, con puntos de posible grandeza esparcidos por toda la trama pero sin llegar a conectarse. Dicho de otro modo, ZnT es un envoltorio bonito con solo buenos deseos y promesas en su interior. Puede que parezca un análisis muy riguroso y extremista, pero teniendo en cuenta la gente implicada el listón inicial estaba muy alto, y no se puede pedir menos. Si tuviera que localizar el epicentro del problema, este es muy fácil de ver, y es la falta de un guionista destacado y bueno. En ningún momento de los créditos se ha mencionado el nombre del guionista, y algunos de los indicios apuntan a que el mismo Watanabe ha dirigido y escrito la historia. Y este podría ser el principal error, si le pudiéramos decir así. Watanabe es un gran director, un director excelente, pero con los guiones tiene un historial más irregular, pudiendo escribir grandes historias pero también relatos mediocres. Normalmente cuando escribe es co-guionista, y entonces la acción si funciona. Pero como se ha dicho al principio, todo es especulación hasta que se desvele, si se desvela, quien ha sido el guionista.
Porque ya lo digo ahora, me hubiera gustado apreciar la historia de Zankyou no Terror tanto como he admirado su dirección de la misma. Watanabe y MAPPA han hecho una clase magistral de cómo contar una historia, pero lo que ha faltado es la base de la misma. En el apartado técnico MAPPA casi casi saldría sin tacha alguna, la fluidez de la animación es excelente, la banda sonora muy acertada (créditos a la genial Yoko Kanno), las coreografías en las escenas de acción están muy bien diseñadas y el ritmo es mantenido durante los 20 minutos que dura el capítulo. Eso sí, es un poco preocupante que pese haciendo solo 11 capítulos y cogiendo una semana de fiesta en medio de la emisión, MAPPA o Watanabe hayan tenido que llamar a los animadores de Space Dandy para que les ayudaran a completar alguno de los capítulos finales a contrarreloj (los planes de producción han fallado al apurar al máximo, y esto o BONES demuestra porque Space Dandy es un anime diferente, ya que a diferencia de cualquier otro anime y otro estudio, los capítulos de Dandy & co. estaban terminados con seis meses de antelación).
Voy a dejar el fusilamiento de la historia para el final y comentar un poco los personajes. Como en cualquier historia de Watanabe, tenemos un trío protagonista compuesto por 2 chicos y una chica (ahora es cuando se discute quién es el personaje femenino de la otra historia de Watanabe, el robot o el gato), pero a diferencia de otras de sus obras, la química que hay entre los 3 es artificial y forzada. Porque, para desgracia de Lisa Mishima, su papel en la obra es la de mujer florero. Esto es una regresión en comparación con cualquier otra protagonista de las obras de Watanabe (normalmente no soy partidario de las analogías, pero cuando se analizan obras del mismo autor sirven como punto de partida), y la trama se resiente de ello. En un principio aquí se presenta una dualidad muy clara emociones-razón, siendo Lisa la representante de la primera (y podría llegar a argumentar que Five también entra en esta categoría) mientras que la razón estaría caracterizada por el detective Shibazaki, Nine y Twelve. A lo largo de la historia los dos mundos se tendrían que encontrar y desdibujarse mutuamente, pero cuando el corazón de la historia lo intentas promover solo con primeros planos del rostro, cambios rápidos de vista y ambientes oscuros es muy difícil crear simpatía. Además, es muy complicado crear un triangulo emocional coherente y satisfactorio en menos de 10 capítulos, el trío interacciona poco en escena y es imposible que la audiencia se implique en la relación de este modo, haciendo que el clímax emocional de este triángulo parezca ilógico. La decisión que hace Twelve en un punto de la historia no se entiende, sacrificando a su compañero de toda la vida, traicionando su misión y su cruzada para salvar a una chica que apenas conoce y con la que no ha tenido casi ninguna relación.
Porque Lisa no deja de ser la escapatoria para realizar algún gag, un poco de fan-service y para ser una damisela en apuros. Una damisela en apuros que en teoría no debería tener ningún príncipe dispuesto a salvarla, porque básicamente no ha habido tiempo. Un drama adolescente apurado por el tiempo. Tiempo, o la falta de tiempo, esta es la clave de todo el sinsentido que resulta ser este anime durante unos capítulos. ¿Y por qué falta tiempo? Aquí llegamos a la raíz de todos los problemas, que toda la audiencia ya ha identificado y condenado. Y este problema tiene un nombre –o un número-, Five. Puede que esta chica sea el peor personaje que veremos en todo el año, o la década. Sin motivación clara, aparición espontánea y desaparición sin carga alguna, encarna todos los problemas de ZnT. Rompe el poco realismo que podría tener la historia, cataliza clímaxs que no tienen función ni sentido alguno y es malvada sin motivación. Es un malo disneyiano, malo por ser malo, de los que matan gatitos para beberse su sangre. Con su maquillaje imposible –hasta en la UCI–, su inglés macarrónico y su pasado trágico (que resta sin explotar en todo momento) es un huracán desbocado que destroza todo lo que encuentra a su paso. Lleva a ZnT a niveles de Hollywood, donde la historia pasa a ser un blockbuster sin sentido con mucha acción tan típico de los animes de verano, pero esta categoría ya la ocupaba Aldnoah Zero esta temporada. Eso sí, repito que está muy bien dirigido, esto no se puede negar. Pero precisamente este es el gran problema de ZnT, con su premisa inicial y sus creadores ZnT no debería conformarse en solo ser una distracción pasajera, podría haber apuntado más alto, y esto es lo que no se le puede perdonar.
La trama, pese a que poco creíble, amaga un sinfín de posibilidades. Habla sobre la condición sin protección que pueden tener los huérfanos, sobre el resentimiento de mucha gente mayor japonesa para con los americanos y cómo quieren reformar la situación para poder remilitarizar el país, sobre el poder que aún ejerce los Estados Unidos en la nación nipona, sobre la corrupción política y hasta tratan el cuerpo policial de ineficiente e inepto. Puede que por toda la crítica al sistema que hay en este anime, el guionista fantasma haya necesitado una escapatoria, una distracción cuanto más grande mejor, para ocultar, o más bien dicho rebajar, toda la crítica. Y aquí es cuando entra en escena Five y su megalomanía barata, mientras que en las antípodas de la trama está el detective Shibazaki, que es él que se ve envuelto en toda la parte oscura de la trama y él que ofrece los momentos más interesantes de la historia.
Una historia que decide terminar en un final intencionadamente emocional y tramposo, que no termina de cuajar por no haber establecido unas bases sólidas en los personajes, y, que pese a su intención de llegar a la audiencia, no deja de ser un regalo para los ojos insulso e insípido. Aún así, se puede ver como Zankyou no Terror intenta ser algo más y distinguirse del resto de los anime, y siempre se aprecian las buenas intenciones. Prefiero mil veces ver una historia con altibajos y momentos muy buenos que una obra que se conforma en la mediocridad y la comodidad.
Incluso nos podemos alegrar que al final este anime haya servido para, al menos, tener una nueva ilustración de Inio Asano.