Tras un octavo tomo algo perezoso en ideas (con una especialmente acusada excesividad en lo que a artificialidad situacional se refiere) Nisekoi vuelve a tener unas cuantas buenas intenciones, metiendo algunos nuevos personajes con la excusa de que los absolutos protagonistas hasta ahora pasan ya a segundo de bachillerato (y por tanto llegan nuevos a primero, compartiendo instalaciones e idas de olla con Riku, Chitoge y el resto). Los personajes que llegan (en los que se centra el autor, más bien) son tres en total, de momento, y aunque sólo se ha ahondado en el personaje que ocupa el centro de la portada (que por cierto, qué cambio de dibujo entre ésta y por ejemplo la regulera del segundo volumen recopilatorio) todo resulta ser bastante entrañable. En la línea de la serie. Sigue faltando aún así algo de coralidad, sobre todo en la parte masculina, pero ya veremos; de momento, y si ya hemos aguantado nueve tomos con seis personajes dando vueltas de aquí para allá sin más, podremos aguantar un poco más.
Spoiler: la chica que digo resulta ser la hermana de Onodera, que tiene –¡oh!– un pequeño lío de faldas con el protagonista. Y aunque se la había nombrado ya anteriormente y parece que va a tener un buen peso en la trama de aquí en adelante me gustaría que no ocupase absolutamente todas las historias inmediatas, sino que dejase hueco para algunos otros, como la amiga pelirroja que no ha dicho de momento ni buenos días.
Con ganas del décimo, pese a todo: es ligerísima, muy entretenida y con algún que otro personaje realmente adorable. Ha pasado ya un año desde que Ivrea publicase el primer tomo, y ay: mes a mes es de lo primero que compro.