No paramos de escribir sobre anime: es un poco infernal esto, al final, pero merece la pena en pos de ofrecer afiladas opiniones acerca de todo lo que podemos abarcar en cuanto a estrenos animados japoneses se refiere. Además, hay productos que, por suerte, nos gustan mucho. Es decir: no sólo nos topamos con series que nos hacen perder veinte minutos de nuestras vidas de forma salvaje (un saludo, Glasslip), sino que, como en el caso de Barakamon, para la cual todo son alabanzas (en este caso de Ashita y Rubén) y palabras bonitas, encontramos obras por las que merece la pena seguir en esta industria.
La serie, adaptación del manga homónimo de Satsuki Yoshino (que por cierto lleva ocho volúmenes bajo el sello de Square Enix en Japón), sigue la historia de Handa, un caligrafista que se muda a una isla en Kyushu, donde conocerá todo tipo de personajes.
La opinión de Ashita
Estamos ante el inicio de una bonita historia de amor entre este anime y yo. Barakamon ya hacía tiempo que estaba en mi orbita de animes que no me quería perder este verano, porque presentaba un equipo técnico de lo más especial ya de buenas a primeras. Kinema Citrus no es un mal estudio, y cuando reclutó a Tachibana Masaki como director (ha trabajado en FMA, Seirei no Moribito, GITS, etc.) y a Kawai Kenji –un mítico, creo que no le hace falta presentación– como compositor musical, tendrían que haberse alineado todos los astros para que no hubiera salido de sus mentes como mínimo, un resultado aceptable. Y es mucho más que aceptable. La obra original, el manga, ya de por sí es un producto cuidado, y Masaki solo ha tenido que plasmar en la pantalla la historia. Con excelente resultado de momento.
Ésta es una obra costumbrista llena de vida, es una historia de cómo un hombre busca cerrar sus heridas en una isla pequeña tras un pequeño traspié en su carrera como caligrafista. Barakamon será una obra de reflexión, autoaprendizaje y de exploración de relaciones entre personas adultas y criaturas. Y también es una comedia muy graciosa, nunca está de más recordarlo. No es un argumento muy novedoso, nadie lo va a negar, pero multitud de obras que se centran o un componente muy importante de ellas se basa en la misma premisa funcionan y son buenas. A grandes rasgos y sin entrar en muchos detalles, Barakamon podría asemejarse a Usagi Drop, Flap o Yotsuba, por mencionar algunos.
Con una banda sonora excelente, unos paisajes cuidados, una animación para nada desdeñable y unos personajes entrañables, Barakamon se ha posicionado como uno de los posibles mejores animes de la temporada.
La opinión de Rubén
Hasta ayer Barakamon pasó muy desapercibido entre todos los animes que se van a estrenar este verano, algo normal teniendo en cuenta que no estamos ante el típico shonen superventas, pero aun así sólo hizo falta un episodio de esta serie desconocida para enamorar a todos aquellos amantes del anime que le han dado una oportunidad. Barakamon se presenta como una obra sencilla, fresca y natural, de corte generalista; no está enfocada para un público únicamente otaku, y gracias a eso los personajes no tienen los clásicos arquetipos que ya tenemos tan aborrecidos, como chicas tsundere, lolis, yanderes… y otro tipo de fauna. En contraposición, nos encontramos con unos personajes realistas y muy simpáticos.
Esta comedia pueblerina cumple con su propósito de hacer reír: es cierto que no tiene los gags más elaborados, pero esa espontaneidad y encanto que desborda la obra consigue que la broma más simple nos provoque innumerables carcajadas. Uno de los pocos defectos que le he encontrado a esta adaptación es la calidad de animación, pues en muchos momentos deja un poco que desear por la poca definición que tienen algunos fondos y caras, pero esa carencia la compensa con todo lo demás. También es necesario mencionar el estupendo opening y el maravilloso ending de los que puede presumir Barakamon, pues además de ser unas auténticas preciosidades resumen perfectamente la atmósfera del anime.