He de confesar que Magi tiene un algo que no me acaba de convencer. Y no me refiero al hecho inherente de que se trate de un shonen comercialísimo, preparado para gustar a un público muy amplio (y, ojo, para tener cuarenta mil tomos), sino que simplemente hay un algo que no me cuadra. Y no sé lo que es: quizás sea que no soy tan devoto como otros de la ambientación de Las mil y una noches, o que el diseño de páginas de la obra de Shinobu Ohtaka no me acaba (algo cargadas, para mi gusto; prefiero las cosas más sencillas y simples, que no descuidadas). El caso es que la historia de Aladdin no es, ni de lejos, de mis favoritas entre mis últimas lecturas.
Tomo entretenido, en cualquier caso. Sin más. Se ven ciertas cosas chulas (el dibujo de la autora tiene momentos notables, pese a seguir una línea no especialmente sorprendente), pero o la cosa pega un salto de calidad tremendo o no sé si voy a aguantar todo lo que me exige la serie.
¿Me estaré haciendo mayor? Decidme que no por favor.